¿De qué modo examinamos nuestro propio proceso de toma de decisiones para poder corregirlas si es necesario? En primer lugar, hay que distinguir entre información y proceso. Puede que pongamos un énfasis excesivo en la recopilación de datos y su análisis. Personas inteligentes con la información correcta también pueden llevar a conclusiones erróneas si trabajan con esos datos de forma equivocada.
Más no es siempre mejor…
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