No sé si es la edad, el cansancio, las historias acumuladas o simplemente la lucidez. Pero hay días en los que me sorprendo a mí misma fantaseando con una historia de amor épica y otros en los que solo quiero cambiar las sábanas, poner música bajita y no hablar con nadie.
No estoy cerrada al amor, ojo. Sigo creyendo en las conexiones profundas, en los encuentros que te remueven el alma y te hacen reír a carcajadas en medio de la madrugada. Pero la idea de “enamorarse” como antes con…
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