Hubo un tiempo en el que tenía una memoria extraordinaria, era un directorio telefónico andante. Me aprendía canciones, coreografías y lo que fuera.
Pero un día me convertí en mamá y todo cambió. Mi memoria poco a poco se fue llenando. Ahora debo anotar casi todo, y he llegado al punto de tener que decir en voz alta las cosas automáticas que hago como guardar el celular o quitar las llaves de la puerta, todo con el fin de no olvidarlo.
Pero hay una memoria que no falla a pesar…
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