Cada vez más tengo la sensación de que en México alabamos y añoramos la vida que tienen en otros países. Siento que pasamos demasiado tiempo comparando todo lo malo de México contra lo bueno del resto del mundo.
El deporte favorito nacional es decir: “Pobre país” o “Por eso en México no avanzamos” y sí, hay mil cosas que están mal, que son ilegales, que hay que cambiar, ni las niego ni las hago menos, pero pareciera que en la queja llevamos la justificación para no sentirnos obligados a hacer algo para que este país mejore.
Últimamente se han adoptado celebraciones de otros países, (cosa que ni me parece mal ni me parece bien) como la del día de san Patricio, y nos vestimos de verde, nos pintamos tréboles y todo lo que tenga que ver con esa celebración de origen irlandés, pero no veo fotos ni hashtags ni nada parecido que tenga un origen indígena a pesar de que en México existen decenas de etnias originarias de este territorio.
Sin embargo, en Irlanda llevan siglos festejando ese día, portando la vestimenta original, una especie de falda, tocando la gaita y sintiéndose muy orgullosos de su origen. En tanto, no veo ningún mexicano haciendo lo propio con tradiciones ancestrales prehispánicas. Sí, tenemos el 15 de septiembre, fecha que es usada para ponerse una playera verde y beber hasta el ahogo, pero nadie se viste de China poblana, Adelita o Zandunga so pena de parecer ridículas o peor ¡no vaya a ser que nos confundan con indias!
Nos hemos vuelto fanáticos de las marcas de afuera, mientras que los productos nacionales son vistos como de mala calidad. Por ejemplo, cuando van al súper ¿saben de qué país es lo que compran? En cuestión de arroz, frijol o lentejas, la mayoría de las marcas usan productos de centro y suramérica. Los enlatados, algunos vienen de oriente, otros de Asia y así nos vamos.
Ya sea en los supermercados o en los tianguis, buena parte de la fruta que compramos viene de Chile, como las manzanas, peras, ciruelas, o de Canadá o de Estados Unidos. ¿Entienden mi punto?
La moda no se queda atrás, hay muchísimo talento fashion mexicano, pero más allá de esa ropa especial para ocasiones únicas, cada vez hay más marcas de chavas y chavos mexicanos que tienen una calidad a la altura de cualquier tienda de franquicia y a veces con muchos mejores precios.
Seamos honestas, la ropa que nos deslumbra en los aparadores es hecha en maquinadoras asiáticas, los tenis esos bonitos de colores chillones, igual. Aunque la marca sea estadounidense o europea, el producto que compramos no tiene la calidad de productos hechos en masa. Hace unos años fui a cubrir un evento político y al entrar estaba una chica de Holanda con el mismito traje sastre rojo tan bonito que yo también traía puesto, el mismo. O sea que tampoco es que seamos tan originales comprando ropa de tienda famosa española.
Creo que ejemplos sobran, que no se me mal interprete, no se trata de restringir o prohibir, y por supuesto que a mí también se me antojan bolsas, zapatos y ropa de marcas no mexicanas, mi punto es cuánto consumimos lo de afuera y cuánto lo de casa. Gracias a la tecnología podemos encontrar en internet muchos productos nacionales que sin tanto esfuerzo podemos adquirir, incluso, con envío a domicilio.
Yo, por lo pronto, cada que necesito arroz, lentejas o frijol, me fijo en el lugar de origen, quizás la bolsa no sea la más brillante ni la marca la más anunciada, pero sé que estoy poniendo un granito de arena en lugar de quejarme porque el gobierno hace o no hace algo por el campo mexicano.
En el mercado prefiero comprar la manzana mexicana, no es la más brillante ni la más grande, pero sabe igual de rica.
No se trata de nacionalismo barato, lo de afuera es bonito, pero lo hecho en México vale la pena, y nosotr@s lo valemos más.
Post publicado el 17 de junio de 2014 ( http://www.diariosentacones.com/pam/hecho-en-mexico )
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