Te escribí tanto antes de tu partida… Pero, seguramente por cobardía, lo hice en un espacio que, aunque público, estaba segura que tú no lo leerías. Porque no quería sumarle dolores a tus años, ni tristezas anticipadas a todas esas tardes llenas de nostalgia. Pero tenía qué escribir, tenía qué sacar de mis venas lo que sentía, para que el dolor no se apropiara de mis sonrisas, para que el desánimo no reinara por abajo y por encima de mis sábanas. Como lo hice ayer, hace tantos años… como lo…
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