Un martes sin mes de cualquier año... Primera Parte.

Me quedé, con los ojos cerrados, frente a una ventana triste y silenciosa, que veía tu temporal partida sin la solidaridad de mi mirada. 

Y es que duele ver tu figura, otrora gallarda y de andar decidido, hoy sigilosa, indecisa, dolorosa... Pero todo es temporal, has dicho, y retomo tus palabras para repetirlas como mantra, hora tras hora, minuto a minuto, mientras espero que el semáforo cambie de color y cuando apresuro el paso para llegar a tiempo a mi cita.  

Volteo la vista al pasado y abrazo un recuerdo; no lo he olvidado, nunca podría... Y cuando mis ojos regresan a mi presente, quisiera decirte a ti que por favor no te vayas, no ahora, ojalá nunca...

Sin embargo, la vida pasa, y se lleva entre sus manos mis sonrisas, las tuyas y las del pequeño ser que habita en el futuro esperando ser llamado; la vida nos arrebata los momentos, pero nos consuela con la idea de que, quizá. mañana habrán de repetirse. 

Y así podría seguir reflexionando, en esta noche cada vez menos larga, sobre las desafiantes maneras que la vida tiene para recordarnos el breve instante que estaremos aquí, una frente al otro, con apenas tiempo suficiente para decirnos, una vez más, un te quiero...

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