Como las luces primigenias del alba, hay mujeres que deslumbran. Su presencia es pletórica de gracia y natural atracción. En nuestra edad que inicia un nuevo milenio, ellas suelen ser jóvenes, exitosas y hermosas. Atributos que debería facilitarles la vida, pero no es así.
Por alguna razón perversa, su sociedad y buena parte de los hombres que la integramos, no acaban de entender que en nuestra vida profesional la belleza y la capacidad no tienen por qué…
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