Mujeres al alba por Carlos González Martínez

Como las luces primigenias del alba, hay mujeres que deslumbran. Su presencia es pletórica de gracia y natural atracción. En nuestra edad que inicia un nuevo milenio, ellas suelen ser jóvenes, exitosas y hermosas. Atributos que debería facilitarles la vida, pero no es así.
Por alguna razón perversa, su sociedad y buena parte de los hombres que la integramos, no acaban de entender que en nuestra vida profesional la belleza y la capacidad no tienen por qué estar trabadas siempre en una tensión neurótica y misógina. Con alegría debo reconocer que conozco a muchas mujeres bellas y exitosas. Con vergüenza debo aceptar que sobre todas ellas ha pesado siempre la violencia de algún comentario aberrante que supedita sus logros a sus atributos físicos, o a sus pretendidas dotes amatorias.
Hasta el momento no conozco a ninguna mujer guapa y profesionalmente sobresaliente, a la que la misoginia no la vincule estúpida y morbosamente con algún varón del que supuestamente recibe apoyo y protección, a cambio del favor de su cuerpo. El macho mediocre no puede tolerar a la mujer extraordinaria sin pretender prostituir su encanto, al que infructuosamente pretende disminuir ante su incapacidad congénita de aceptar su supremacía bien establecida.
De esta forma, en cuanto se planta en el escenario del mundo laboral una mujer así, de inmediato llegan las insanas suposiciones e incluso las pérfidas agresiones, envueltas en cualquier cantidad y modalidad de acosos. La intolerancia hacia la mujer superior da curso a la violencia de los hombres inferiores. De allí que, al realizarse mañana el día internacional de las mujeres, debamos vergonzosamente reconocer que esta sociedad estúpida aún no acaba de celebrar, festejar y disfrutar a sus mujeres guapas e inteligentes, mujeres al y del alba, sino que dirige hacia ellas, hacia todas ellas, distintas sobras ominosas en las formas de criminal violencia que no es ya sólo la física, sino psicológica, económica, política, laboral, la que demuestra no solo lo bruto de la fuerza, sino lo mezquino de quienes a ella se atienen.
Por ello bien vale señalar que en este mundo de sátrapas, las víctimas de la violencia no son solo mujeres que lamentablemente viven en el país de la marginación y las oportunidades rotas, sino también aquellas que trascienden y avanzan contundentes. Hacia ellas también se dirigen violencias diversas, quizá más sutiles, pero igualmente inaceptables.
Como el alba misma en que ellas habitan lo anuncia, después de alguna de nuestras noches machistas finalmente se nos va a amanecer el día que ellas alumbran con sus partos de historia y reivindicación, pues aún a pesar de los acosos del ocaso de la misoginia, estás mujeres deslumbrantes siguen allí, al alba, y todos debiésemos procurar con ellas el nuevo día que ya inauguran. ___________________
Carlos González Martínez es autor del blog Ciudadano Andante y colaborador de la versión impresa de Cambio de Michoacán a través de su columna Dormingo. Nos autorizó publicar este texto, el cual, felizmente, también está presente en aquello espacios.
Sobre la viñeta que acompaña el texto, el autor dice: ¨La viñeta es de la Grande Ana Lucía Solís, Colibrí, con una alegoría al logo de CIVITAS que ella misma diseñó".

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