En febrero cumplí 9 años de "graduarme" como madre pero mis estudios no duraron 9 meses como el curso regular. No, la mía fue la ruta larga, sinuosa, pedregosa, off-road como suelo mencionarlo y como ya antes lo referí en otro blog.
Mi camino hacia la maternidad comenzó un tanto cuanto inesperado, al poco tiempo de mis segundas nupcias y ya entrados los 30's decidimos que podíamos aventurarnos a incluir a -otros- en la ecuación familiar. Ahí fue donde nos desviamos.
Nadie se cuestiona la maternidad/paternidad; desde niños nos enseñan que cuando seamos grandes nos casaremos, TENDREMOS HIJOS, trabajaremos y seremos felices. Nos pasamos la niñez, la adolescencia y la juventud temprana pensando en muchas otras cosas pero no en "eso". Incluso llegamos a planear el número de hijos, los intervalos de nacimientos y hasta los nombres por que es un hecho dado, es un destino.
Vivimos en una sociedad que, aunque patriarcal en cuanto al dominio y reconocimiento, venera de forma casi religiosa la figura materna. La madre es el origen del hogar, es la personificación del amor, la bondad, el perdón y el refugio, es la persona que siempre nos querrá a pesar de todo lo que suceda. Vasta ver un par de películas o novelas mexicanas de los 40's o 50's para entender el peso específico de la figura materna dentro de la sociedad mexicana.
Y que conmigo; la verdad es que de niña a mi no me entusiasmaba mayormente tener hijos, de adolescente nunca me dio por cuidar niños y de jovencita tenía otros planes antes que ese. La sacudida vino cuando quise terneros y no pude. Digo no pude porque en nuestro casó el diagnóstico de infertilidad venía con factor femenino. En ese momento el mundo se detuvo por completo y los recuerdos de mi niñez se agolparon en mi cabeza. No entendía como estaba eso de No Puedo....
Estudié biología y trabajé un tiempo en una clínica de infertilidad así que mi intelecto entendía perfectamente todos los términos clínicos pero mi parte humana, mi ser de mujer no entendía nada. Llegue no sólo a cuestionar mi capacidad reproductiva, llegue a enojarme conmigo y con mi cuerpo por haberme fallado, llegue a cuestionar mi propia valía como mujer, como persona útil a la sociedad, como ser humano. De qué servía yo si no podía hacer lo más elemental de ser mujer, ser madre?
El colmo vino cuando como resultado de los tratamientos mis ovarios se alocaron y un buen día terminé sin matriz y sin ovarios, así que ahora ya no era infértil, ahora era estéril. La estocada final, sí quería ser madre no iba a ser por la vía regular.
Después de tirarme al drama y sentir pena por mi misma acepte "ser madre de segunda" criando al hijo de alguien que era más mujer que yo. Esa era mi actitud. De mala gana comencé los trámites de adopción (y aquí abro un paréntesis para darle gracias infinitas a mi pareja por que sin su terquedad no se hubiera concretado)
La adopción es una ruta no apta para débiles, ni para timoratos. México es uno de los países donde el trámite no sólo es barroco sino que es muy difícil llegar a la meta.
Al final de casi 5 años de lucha, de arranques en falso, de vueltas, de esperanzas rotas, de tocar puertas para que te las cierren en la cara por cuestiones religiosas o de moralinas. Un 19 de febrero recibimos una llamada (7:30pm) avisándonos que NUESTRO hijo había nacido. Lo conocimos un 21 de febrero. Lo cargue con muchísimo miedo, lo miré y no conecté. Me sentí muy mal porque en ese momento no me sentía madre de ese chiquito.
Han pasado 9 años, llegó un pingo más. He vivído lo que cualquier madre vive con sus hijos. Muy rápido deje de sentirme "de segunda", muy rápido conecté no sólo con mis hijos sino con esa grandeza que significa ser mujer, ser creadora y criadora, ser madre.
No hay día que no agradezca infinitamente la presencia de estos dos seres maravillosos en mi vida, ahora comprendo que no podía ser de otra manera. Son mis hijos sin importar la forma en que nos encontramos y soy su madre no porque los haya parido, soy su madre porque los cuido, los crió, los guío, los veo crecer y los acompaño en su camino.
Soy tan madre como aquella mujer que gesta 9 meses y da a luz, soy tan madre como la que con infinito dolor y máxima fuerza acepta dar un hijo en adopción asegurando su bienestar, soy tan madre como aquella que trabaja 15 hrs para proveer a su familia. Simplemente SOY madre, así sin adjetivos, como me dicen mis hijos: SOY MAMÁ
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