Empecé a escribir este texto pero tuve que ir al refrigerado y comerme un vegansito, regresé a la lap a intentar escribir. Eso he hecho desde las 11am pero me ha costado más trabajo de lo que imaginé. Solo quiero tomar mi libro y leer.
No recuerdo cuando me di cuenta que tenía ansiedad y mucho menos cuando lo nombre, probablemente fue cuando empecé tratamiento homeópata o cuando empecé a ir a terapia fue que me cayó el veinte de lo que en verdad me pasaba pero fue hasta hace muy poco que empecé a encontrar mecanismos para autocuidarme.
Las personas somos sociales o sin meterme en teorías y ciencias la mayoría de las personas estamos continuamente socializando de distintas formas y formatos. El aislamiento ha puesto en práctica otros modelos de comunicación y socialización, iba a decir nuevos pero no lo son, desde hace unos años el home office se ha popularizado creando formas, programas y una lista de consejos de cómo trabajar en casa sin morir en el intento, ahora lo que estamos haciendo es reinterpretar y ser creativos bajo esos mismos esquemas.
He hecho home office desde hace tiempo lo que no me sorprende pero nunca me había tocado – creo que a nadie de mi generación o de ninguna otra- estar en casa tanto tiempo –y nos falta mucho para poder salir- pero aún en casa tenía la posibilidad de salir a trabajar a la oficina, al café, de ir a bailar, beber una copa y bueno todo eso que extrañamos. Las formas cambian pidiéndonos que mantengamos los fondos pero realmente es muy complicado.
Entrar a las redes es ver tres tipos de contenido: noticias sobre COVID, lo que otras personas hacen en casa y a los que les vale las medidas de prevención y salen, aunado a eso dinámicas familiares, sociales en espacios donde no nos han enseñado a no estar hora “a qué hora te vas”, “se te va a hacer tarde”.
Estar no es opción.
Sin contar el privilegio, desde tener una casa con el espacio suficiente para poder “desarrollarse” sin molestar a las demás personas con quienes compartes encierro.
Mi ansiedad y yo hemos evolucionado si bien como comenté líneas arriba hasta hace poco que he entendido como auto cuidarme y vaya que sigo aprendiendo, saber que tenía que volver a cambiar el modelo de vida durante lo que dure la contingencia sabía que tarde o temprano llegaría ansiedad.
Y llega, así se presenta silenciosa sin decir mucho, va ocupando un espacio y poco a poco lo transforma.
Voy el refrigerador, me da frío, mucho sueño, todo me molesta sobre todo las notificaciones de redes sociales por ejemplo escuchar que me llegan mensajes de whastapp hasta la lista de spotify que este escuchando en ese momento me parece molesta. Contar esto es complicado porque es darle nombre, forma apellido a quien también me acompaña –ojo no le llamo locura por que la ansiedad no es estar locas-.
He tenido que entender que está bien que es parte de mí y que debo dejar que fluya pero también he tenido que volver a conocerme para saber que me sirve.
Si yo soy esa que a la que llaman “la loca” del ejercicio, la que hace yoga, medita, corre, habla con las plantas y tiene que hacer respiraciones profundas antes de dormir. Ahora en encierro además he tenido que entender que si ya no quiero seguir frente a la lap “avanzando” pendientes está bien, si ya no quiero ver vídeos de cursos, escuchar libros, sumarme a los challenge, o enviar frases con inspiraciones está bien y no querer hacerlo está bien.
Muchas frases motivacionales pre COVID y esperanzadoras pos COVID dicen que somos fuertes y saldremos de esta pero también dicen que la vida no será la misa que antes de la contingencia, me queda claro que la vida no es la misma y no será la misma lo que no sé es que tan distinta seré yo.
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