Qué raro ha sido todo, recibimos los colores y el calor de la primavera en casa, no había pasado ni una semana cuando las noticias llegaron, esas que no queríamos escuchar pero que nos mandaron a trabajar a casa, a aislarnos, cerrar escuelas, bares, dejamos de ir a los gimnasios, a posponer reuniones, fiestas, a cancelar actividades, eventos, paramos (no todas las personas pueden parar y aislarnos implica un privilegio de clase pero también un incremento en las labores de cuidado de las mujeres pero ese es tema de una próxima entrada)
Marzo ha sido una rueda de la fortuna de emociones, un fin de semana donde nos llamaron la primavera violeta, el tsunami morado, que nos reunió a mujeres de todas las edades e ideologías. Entre tanta emoción no había tenido oportunidad de plasmar mis palabras.
Llenamos las calles de mujeres, durante semanas se habló y se justificó una y mil veces por qué el Paro Nacional de Mujeres, por qué marchar, porque gritar son parte importante de la lucha por los derechos de todas. Nos dieron permiso y pintaron sus redes sociales de morado aquellas instituciones y empresas que durante años nos han abandonado, nos han enjuiciado y no nos han respaldado pero por semanas se sumaron a un trending topic o mejor dicho “a la moda” de ese capitalismo social que vende y queda bien. ¿Qué han hecho ustedes?, ¿qué van a hacer después del 9M?
Con cacerola en mano tomamos la noche esa noche que nos han dicho no nos pertenece, de niñas nos asustaban con el coco o el monstruo que se escondía debajo de la cama o detrás de la silla, desde entonces lo mencionaban en masculino, crecimos y con eso temor a la sombra que nos sigue al doblar la esquina, nos han dicho que la noche no es nuestra, nos han culpado por querer bailar al mismo compas que la noche, por ser mujeres, por atrevernos a salir, por querer ser libres.
Desde hace varios años en Aguascalientes se han organizado marchas denominadas “Tomar la noche” como un reclamo a la sociedad y a las autoridades que justifican en base a la doble moral y los prejuicios las acciones que realizamos las mujeres: salir, bailar, tomar un taxi es nuestra culpa y las consecuencias también. La noche del 7 de marzo nos congregamos en la exedra y gritamos porque calladitas no nos vemos más bonitas, golpeamos las cazuelas que nos han regalado por años como el instrumento cumbre para ser mujer y como nietas de las brujas que no pudieron quemar nos reunimos alrededor de un cazo para quemar los nombres de los acosadores de esos hombres que nos han dañado.
Por un momento vi mis manos y estaban llenos de los nombres de esos hombres, llegaban uno tras otro, letras pequeñas, grandes, papeles rasgados, papeles que solo decían: mi acosador. Padres, abuelos, hermanos, tíos uno tras otro caían y eran quemados, a lo lejos hombres que observaban y tercamente no se alejaban escuchaban pero muy probablemente no sentían la fuerza que desprendía ese fuego.
"Esto que estamos viendo hoy es prueba de lo que las mujeres podemos hacer, ahora que estamos juntas, ahora que estamos hartas, enojadas levantemos el puño y gritamos por todas y con todas.
Que nadie nos robe nuestra tranquilidad, que nadie nos robe nuestra vida, hoy estamos juntas y si tocan a una respondemos todas. Sepan mujeres que por una saldremos a las calles a gritar a manifestarnos, a tomar las calles y exigir justicia otra todas.Esto no se trata de una lucha entre mujeres de ver quién puede más, se trata de luchar con las mujeres por los derechos de todas. Esto que estamos logrando lo estamos logrando juntas: con la sabiduría y experiencia de las mujeres de juicio o ancestras que nos comparten sus años de lucha, de las universitarias, estudiantes que hacen temblar sus escuelas con su juventud y entrega, de las niñas, generaciones más jóvenes que nos inspiran a luchar con ellas, esta lucha es con las mujeres, profesionistas, maestras, obreras, esta lucha es por nosotras, por nuestras madres, abuelas,por las hijas, hermanas, esta lucha es por todas con todas y para todas porque lo VAMOS A TIRAR"
Fragmento del documento que se leyó en el Cacerolazo, Exedra, marzo 7 de 2020
Y también marchamos, yo como muchas no queríamos hacerlo, teníamos miedo de que la marcha fuera a ser politizada por mujeres que deberían de estar trabajando por garantizar nuestros derechos y no marchando exigiendo ¿exigiendo qué?. También nos dijeron que las de trapito verde no fuéramos, que la causa que nos unía era Fátima y no el aborto. Disculpen pero esas de trapito verde como despectivamente nos llaman estamos en la lucha por los derechos de todas en todo momento y en toda lucha ya sea de pañuelo verde, morado, rosa, naranja, rojo o arcoíris, por eso fuimos a marchar para recordarles que los derechos son todos y no solo aquellos que les acomodan (al obispo y al FNF)
La marcha fue política porque nuestra cuerpa, causa, lucha es política por que nosotras la hacemos política cuando le exigimos y nos organizamos frente al estado a que haga su trabajo, cuando no nos quedamos calladas y levantamos el puño juntas pero lo que si logramos fue despartidizarla, al llegar a la exedra todo un equipo de sonido estaba instalado pero nuestros gritos, las consignas, los mensajes todo fue fluyendo sin la necesidad de un orden del día, sin la necesidad de un presídium o un templete, tomamos la marcha y la hicimos feminista.
Mujeres de todas edades, de toda causa se sumaron, no sabían las consignas pero igual las gritaron, nos vieron con pañuelos verdes e igual nos abrazaron.
Algo está cambiando, hace 10 años éramos las mismas diez, quince o veinte en todas las acciones, saludé y abracé a mujeres que nunca habían ido a las marchas y que me dijeron “vendré más seguido, no las debemos dejar solas”
El feminismo es un movimiento social, económico, político, cultural vivo y en cambio constante pero más allá de la teoría el feminismo es una causa común que busca que todas sin importar la creencia o el color de su pañuelo podamos vivir libres y sin miedo.
Ahora quieren que la sociedad condené nuestro actuar y que sean los gobiernos y las personas las afectadas por nuestras acciones, si rayamos la plaza, sí pintamos la fuente y lo volveremos –volveríamos- a hacer porque no estamos todas, nos falta Magui, Yovanna, Angélica, Nohemi, Katy y todas aquellas que no se nombran porque los feminicidios son incómodos a los intereses económicos y políticos del estado y país. Hoy nos faltan las desparecidas, las ausentes y tal vez nuestros gritos no las revivan pero sus nombres, su memoria, están con nosotras porque me queda claro que al estado le es más incomodo una plaza rayada que un feminicidio.
Ahora que estamos juntas, ahora que si nos ven no nos olvidemos de lo que podemos lograr porque será así juntas que estamos tirando al patriarcado.
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