Ya me cumpliste un año y te lo cumpliste a ti.

Ha sido todo un reto aprender tantas cosas nuevas, lo veo en tus ojos, en tu sonrisa, en todas esas veces que te esfuerzas hasta que logras lo que pretendes. Ya eres una luchadora. Lo eres desde mi vientre. Ojalá lo sigas siendo.
Ya te cumpliste un año de conocer el sufrimiento de separarnos todos los días y la dicha de volvernos a encontrar cuando cae la noche, te cumpliste un aniversario de enfermedades y saludes y saludos y besos y apapachos y mamá.

Nos cumplimos un año juntas, Donají y quiero que nos cumplamos más, quiero ser tu cómplice y tu compañera, tu maestra y tu alumna, y tu amiga y tu enfermera y tu "siempre está conmigo". 

Celebramos un aniversario, el primero, de paciencia tenida, perdida y recuperada, de caídas y levantadas, de fines de semana de "mamá es mi cama", de muchos meses de "mamá es mi teta", de los que van de "mamá te quiero besar". También los primeros doce meses de explicarte cómo funciona la vida para que después tú me muestres cómo funciona desde tu perspectiva, de pantalones sucios de las rodillas, de playeras mojadas se saliva.

Gracias, pequeña por enseñarme a darlo todo sin recibir nada a cambio, que la independencia no significa soledad, que no esperar nada también tiene su recompensa y que los besos saben más ricos con paleta de fresa.

Gracias Fernanda Donají, por cumplirme un año de sueños cumplidos, de amaneceres contigo, de sonrisas que no tienen precio. Gracias por escogerme entre todo el ramillete de mujeres, gracias por hacerme tu madre, gracias por elegir ser mi hija.

¡Felicidades!