Con gran decepción observé y olí esa primera sangre, me dieron nauseas y casi vómito. Decidí en ese instante no volver a utilizarla, por un instante me sentí timada, tomando en cuenta que la copa no es tan económica.
Vayamos ahora con las fugas, además del trauma al insertar y extraer comencé a sentir fugas por todas lados, afortunadamente estaba en casa y no pasó a mayores, pero me enojé aun más.
Después de unos meses llegué a la conclusión de que semejantes artefactos seguramente los había diseñado un hombre y en definitiva no eran para mi, a veces no podía insertarla, extraerla era fatal, con fugas y otras cosas, pero decidí que le daría una oportunidad, misma que duraría un año.
Estoy por cumplir el año y en realidad me sentí muy bien al adquirirla con el dinero de mi trabajo, era un reto y algo nuevo a domesticar, así que con el tiempo aprendí lo siguiente, espero que le sea de utilidad a alguien.
1. Existen diversas formas de inserción, la mía es en forma de 7 o tornillo, esto permite que no entre aire a la vagina.
2. La copa no debe quedar muy arriba y el tallo o bolita debe estar casi a la entrada vaginal.
3. ¡Si se pueden introducir los dedos y girarla!, casi al final hay que jalar del tallo un poco, para acomodarla.
4. Lo mejor para extraerla es hacerlo en cuclillas y respirar muy profundo, la copa baja casi sola, ¡no viaja a ninguna parte!
5. No me gusta tirar mi sangre y como lo dicen por ahí, ¡se pueden regar las plantas rebajándola con agua!
6. Lo mejor es que puedes dormir con ella y no con esas grandes, enormes y olorosas toallas nocturnas.
7. Se lava, se esteriliza, se guarda y se vuelve a utilizar, en fin todo un ciclo.
Todo va bien hasta aquí, ¿pero y el aroma de la sangre menstrual y la tomada de pelo de la vendedora?
Pasaron casi 7 meses para darme cuenta que en verdad el olor de mi sangre era sumamente desagradable, pensé entonces que los fabricantes tenían razones para ocultarlo, pero a inicios de este año el cambio en el olor de mi sangre fue total y radical, me sorprendí tanto que recordé a la vendedora, quien me aseguró que no existía el mal olor.
Y de verdad no tiene un aroma desagradable, como al principio.
Con esa sangre recolectada, pude hacer un par de dibujos o algo así, ¡me enteré de que existen concursos de arte menstrual!
¿Quieres saber qué otros cambios he notado?
Espera mi siguiente post, espero tus comentarios.
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