Publicado originalmente en El Universal
Se les quiebra la voz al recordar. En cada entrevista, cada vez que un periodista, un activista o una autoridad las hace recordar lo que hace apenas semanas o meses acaba de pasar. Para el Estado Islámico -ISIS su acrónimo más conocido- las mujeres solo valen para ser usadas sexualmente, para tener hijos y para venderse al mejor postor. No hay diferencia en la nacionalidad ni la religión, ni, tristemente, tampoco importa la edad. Tan pequeñas como de cinco, seis o siete años, niñas, jóvenes y mujeres han enfrentado la brutalidad de uno de los movimientos terroristas más terribles que la humanidad haya presenciado.
Los mercados de esclavos se han hecho comunes en los territorios dominados por ISIS y en ellos predomina la venta de niñas, jóvenes y mujeres que son exhibidas sin ropa para que puedan ser “evaluadas” por un posible comprador que, dependiendo del “estado” en que se encuentren, pagará desde 35 euros (unos 600 pesos) por una mujer de entre 40 y 50 años hasta 130 euros (unos 2,400 pesos) por una niña de 0 a 9 años.
Hay que aclarar que los territorios de ISIS no se circunscriben únicamente a Siria. Hoy por hoy, en Irak, ciudades como Mosul son dominadas por el grupo terrorista. Y precisamente de Irak provienen muchas de las mujeres y niñas convertidas en esclavas sexuales. La minoría kurda ya
zidí ha sido cruelmente golpeada por el arribo de ISIS. Mujeres y jóvenes prefieren suicidarse antes de pasar por la brutalidad de los muyahidines.
Se calcula que han sido secuestradas unas 4,000 mujer
es, se tienen datos de unas 300 vendidas en mercados de esclavos, sin embargo Amnistía Internacional señala en un reporte que es prácticamente imposible conocer el número de mujeres que han sido vendidas como esclavas sexuales u obligadas a casarse luego de ser secuestradas. Las demás han sido “repartidas” entre los militantes y muchas más han sido asesinadas.
Se calcula que la guerra en Siria ha dejado más de cuatro millones de desplazados, cuatro de cada cinco son mujeres y niños. Consideradas un daño colateral, las historias de las mujeres suelen ser desplazadas en las portadas y cabezas de los periódicos del mundo. Eso no hace que dejen de existir. La violencia a la que se enfrentan no termina cuando se cruza una frontera y se llega a un país vecino. Los campos de refugiados suelen ser lugares hostiles para las mujeres sin esposo y con varios hijos a cuestas.
En el el derecho internacional la violación y la violencia de genero se consideran crímenes contra la humanidad, sin embargo hay un enorme abismo entre lo que ocurre en las lujosas salas de prensa de los gobiernos locales y de los organismos internacionales y lo que pasa en el terreno. Siria e Irak son un ejemplo, pero los ataques sexuales como arma se ha repetido en muchos otros países: Más de 40,000 fueron violadas en el conflicto en Bosnia, 64,000 en Sierra Leona y una increíble cifra de más de 500,000 durante el Genocidio en Ruanda.
Cada año, del 25 de noviembre al 10 de diciembre, se lleva a cabo la campaña “16 días de activismo por la No Violencia contra la Mujer y los Niños”. Sólo dando a conocer estos temas y atrayendo la atención pública puede obligar a abrir la discusión sobre ellos evitando que se mantenga el silencio muchas veces cómplice que minimiza los estragos y las vidas rotas de tantas niñas y mujeres. Sólo la conciencia internacional hará que se ponga fin a estas atrocidades y se permita una real recuperación para las víctimas.
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