Esta no es mi historia tampoco la de él, no puedo contar algo que no viví ni puedo contar una historia que él ahora ella contará a su tiempo y forma.
Pero su historia también es mi historia.

Desde que nació tuvo la carga de ser el niño de la familia, el hombrecito, después de dos mujeres la casa se llenó de cochecitos, un tren con vías, una pista de carreras y de esos juguetes que hasta antes de él no existían porque las niñas de la casa solo jugábamos a las barbies, comidita y casita.
Pero él desde pequeño ignoró esos juguetes, prefería jugar con nosotras, para mí la hermana mayor tenía la responsabilidad -una responsabilidad que se me impuso por ser la mayor- de cuidarles y lo más fácil era incluirlo en nuestros juegos.
Así a sus pocos años ya lo sabía, mi hermano era diferente a los demás niños, no sabía cómo llamarle a eso, solo que era mi hermano.

Salió del closet para nosotras hace varios años, nosotras ya lo sabíamos, sólo fue una confirmación de lo que teníamos años viendo. En su proceso tuvo que quitarse todo aquello que había aprendido, tuvimos una educación muy cuadrada en una familia muy tradicionalista, conservadora y religiosa, el primero que se cuestionó todo fue él, terminó enseñándole a la mayor de la familia el valor a enfrentar todo y luchar por su identidad.

Junio fue el mes del Orgullo, de estar orgulloso de ser quien eres, para la marcha de este año me pregunté desde cuándo había empezado a participar -al menos últimas cinco marchas- y como acompañar a la comunidad ha significado para mi replantear mi lucha y mi ser.
Y no, con esto no quiere decir que me aproveche de la lucha de la Comunidad LGBTIQ para replantear mi privilegio heterosexual, pero sí para replantear los bordes de la cuadratura con la que fui educada, la marcha del orgullo es salir y gritar que estamos orgullosos de lo que somos en una sociedad que no acepta las diferencias, pero en el mes del orgullo ver a mi hermana caminar por las calles orgullosa de lo que es, de ver el valor que ha demostrado me hizo repensarme.

La marcha del orgullo es y siempre lo he pensado así una lucha de resistencia, de colores y mucho amor por que frente a tanto odio que escupe una sociedad cuadrada que no acepta nada de lo que sale de los márgenes ver el arcoíris es una bella metáfora, al final del camino se encuentra la felicidad.

El proceso de reconocerse y construirse no es fácil, te enfrenta a una sociedad, a una familia que quieres pero que tarde o temprano debes de soltar y a ti porque es aterrador enfrentarse a los cambios, sé que ella ha tenido que enfrentar muchas luchas sola, muchas de esas luchas no estuve a su lado, en otras no nos necesito, en este proceso me he enfrentado a cuestionarme si fui o no buena hermana.

Ahora ella sigue en ese proceso de construirse como una persona así única, libre y con la oportunidad de decidir.
Para mí es ella, para otros es él, lo que estoy segura es que en su proceso de construcción encontrara lo que quiere y sobretodo aunque suene cursi encontrara la felicidad al final del arcoíris.

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