
Durante años nos enseñaron a decir que sí. Sí a la ayuda extra.
Sí a las horas que no estaban en contrato.
Sí a cuidar, sostener y resolver, aunque costara nuestra salud o nuestra paz.
Decir que sí parecía sinónimo de ser buena, comprometida, profesional. Pero el precio invisible ha sido alto: cansancio, culpa, silencios que pesan.
Hoy quiero recordarte algo que descubrí en carne propia: Decir NO también es un acto de liderazgo.
No es egoísmo. Es congruencia. No es rebeldía. Es autocuidado.
No es desamor. Es respeto propio.
Porque cuando decimos NO, estamos eligiendo con claridad qué sí merece nuestra energía y qué no. Estamos enseñando a los demás (y a nosotras mismas) que nuestra voz cuenta, que nuestros límites importan, que no todo lo que brilla es nuestra carga por llevar.
🌸 Decir NO abre espacio para descansar. 🌸 Decir NO abre espacio para lo que sí queremos sembrar.
🌸 Decir NO abre espacio para crecer desde la autenticidad.
En un mundo que aplaude el exceso, poner límites es un acto de valentía. Un liderazgo silencioso que sostiene la salud mental y el alma.
Y tú, ¿en qué área de tu vida necesitas empezar a decir NO sin culpa?
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