Voy a presentarme, mi nombre es María Victoria Campos Pérez y lo que voy a narrar es parte de mi vida real.
Siempre fui una mujer de carácter fuerte y con vinculaciones políticas muy arraigadas en el presente. Trabajé en política desde muy joven, desde mi amada UCR en Argentina hasta mi vinculación con el Partido Demócrata en EE.UU., y como no, viviendo en España, en Cantabria, mi vinculación con el PRC de Santander hasta el año 2013, año en el que me di de baja por considerarles que ética y moralmente no me representaban.
Siempre trabaje para ayudar socialmente a quienes, por requerimiento social, necesitaban un cambio institucional. Ahí estaba yo, creando proyectos que muchas veces se convirtieron en Decreto Nacional (Gobierno del Sr. Zapatero en España)
1º Que la clase política rindiera su patrimonio de forma oficial al entrar al cumplimiento de un cargo político y a su partida de ese cargo.
2º Que se librase una orden de alejamiento hacia los menores de edad en conjunto con sus madres, cuando el cónyuge masculino fuera declarado, judicialmente, un maltratador. (caso de Violencia de Género). Y retirado de la ley durante el gobierno de Mariano Rajoy.
3º punto importante, consignar a las Fuerzas de Seguridad Municipal y Nacional en Cantabria a un seguimiento y a enviarles a la universidad para prepararlos en sociología ciudadana, psicología general y criminalística. Cursos acreditados y aseverados por Fuerzas de Seguridad Extranjera, como FBI e Interpol. Recuerdo que, en esas fechas, muchos policías intentaron saber que mente enferma había creado una “Obligación para mantener el empleo”, si, esa era yo. Tuve apoyo y hasta guardaespaldas que sabían que si se filtraba de donde venía esa creación, me iban a dar un escarmiento, gracias a Dios, nadie pudo saber que mente lo había creado porque hasta el mismísimo consejero del Poder Judicial, en ese momento, me protegía.
Podría estar toda una tarde contando mi vida en la política, pero el motivo de mi escrito no va en nada encaminado a esa parte de mi vida, sino a una parte que siempre tuve inconclusa, y que necesitaba experimentar. Recuerdo que en 2011 un Senador Uruguayo me dijo, en una de nuestras llamadas, que mi camino de la vida se dividía en la política o en tener una familia. Recuerdo decirle que estaba sola, que mi meta no era tener una pareja, que me habían conocido sola y que sola seguiría. Hoy a 20/11/2022 reconozco que ese camino aún sigue por ser caminado.
Ahora, ahora viene la parte más importante de mi vida, la que me hizo cuestionarme si seguir luchando por un cargo o planificar una familia, familia que anhelo y que nunca tuve. Todo esto es parte de un pasado que aún sigue en vigencia. Hace 4 meses conocí a un hombre maravilloso, realmente maravilloso, con una incapacidad visual que nunca me importo. Amé a ese hombre desde el primer día y le respeté y aún, en la lejanía de nuestra situación, le sigo respetando. Soy una mujer de principios puros, de noble convicción y de mucho carácter. Siempre lideré, aunque no tenía mando, siempre lideré grupos. Mi gran error fue no saber distinguir que el amor no se puede poseer, sino vivirlo sin transformar a quien has elegido como pareja en tu camino. Un error que me costó mi relación, porque lejos de permitirle ser como era, quise sin darme cuenta de lo que estaba haciendo, en transformarle como mis excompañeros de partido. Cambié su forma de vestirse, le hice ponerse perfume cuando él nunca lo usaba y hasta intenté cambiar su música de Metalero enloquecido por un ritmo mucho más pacífico y con letras legibles al entendimiento humano.
Creí que así todo sería más fácil, como estaba acostumbrada, cada cosa que hago, digo o creo, se hace y beneficia, pero en nuestro caso, todo fue el inicio de una destrucción. Su amor hacia mí fue desapareciendo y yo, poco a poco, me convertí ante sus ojos en una mujer fría y calculadora. Nada más alejado de la realidad. Quienes han tratado conmigo saben que siempre e sido muy humana y sentimental, que mis principios han sido siempre en post de la beneficencia y nuca en perjuicio ajeno. Reconozco, hoy reconozco, que no supe ver lo que estaba haciendo porque nunca tuve ese beneficio de la duda a mi alcance.
Mi carácter sincero y directo se impuso ante un hombre no acostumbrado a recibir palabras verdaderas y eso hizo que nuestra relación terminara. Podría decir que fue culpa mía por ser tan directa, pero no tengo la culpa y eso es lo que me mortifica. Podría, según algún planteamiento externo, ser culpable por no pararme frente a él y decirle lo que estaba viviendo y lo que en su momento me había hecho mucho daño. No sólo nuestra mala relación fue por culpa mía. Tiene dos hijos y yo una hija, entre los dos hacíamos una pareja de cinco miembros, pero lo malo de ello no era sólo su forma de vestirse, sino la mala educación de su hija hacia mi persona. Recuerdo el primer día que interactué con sus hijos y él con mi hija, lo recuero muy bien porque nunca me habían faltado tanto al respeto como ese día, cuando su hija, delante de su padre, me dice que yo salgo con él por su dinero. Dinero?, Dinero tienen los ricos, no un trabajador que vende cupones para una entidad de minusválidos. Ricos y millonarios eran mis contactos extranjeros y nunca se me ocurrió promover pertenencia con ninguno de mis contactos. Mi trabajo siempre lo mantuve muy lejos de mi vida privada porque yo siempre anhelé tener una familia normal.
Han sido unos meses de aguantar muchos desprecios e insinuaciones de una menor, que, por ser menor, su padre nunca llamó a su atención, quedando yo desprotegida de respeto ante una relación que poco a poco se iba desvaneciendo. Admito, que casi al final de nuestra relación él ya había cambiado conmigo y se iba sumando a los desprecios de su hija, en forma de comentarios hirientes y risas prejuiciosas. Mi hija y mi entonces pareja, cumplían los años con una diferencia de un día, mi hija el 7 de noviembre (24) y él el 8 de noviembre (50). Yo, como madre y pareja, decidí hacerles una fiesta y lo que debía ser objeto de felicidad se convirtió en “un tener que confirmarle a la hija de mi pareja que a esa fiesta la pagaba enteramente yo y no su padre” porque cuando se enteró del evento que había preparado se dirigió a su padre y con tono de niña buena le dijo: -Papi, te va costar muy cara la fiesta; Y como siempre, en ese momento no dijo nada, dando a suponer que él sería quien iba a cargar con los gastos. Entonces salió el tema de la tarta, una tarta especial por ser su hermano intolerante a la lactosa y entre ese áspid y su padre, empezaron a relatar como la madre de ésta hacía la tarta para su hermano. Yo en mi más absoluto silencio contuve las palabras para no generar discordia. Me comí todo comentario y me aferré a la hora en la que se irían de la casa de su padre, casa en la que, por voluntad propia de su padre, yo residía.
Llegó el día de comprar los ingredientes de la tarta y hacerla, cuando veo lo que habían comprado no pude contenerme y ante la madre de mi pareja, que me apoyó, tuve unas palabras hacia mi pareja y me hice cargo de decorar el pastel. La madre de mi pareja me ayudó, pero ella no la hizo, fui yo. Pero ante los ojos del Áspid y su padre, yo era un cero a la izquierda y una inservible. Llegó el tan ansiado día de festejar el cumpleaños y al momento de comer la tarta, no existían mas elogios que para la madre de mi pareja y abuela de la joven de 14 años, de mí, ni se acordaron… Fui asumiendo, poco a poco, que nunca sería parte de sus vidas, no porque no me lo merecía, sino porque jamás, su padre, pensó en tenerme en su vida. De novia, pasé a vivir con él y sin ser pareja, porque para ese nombre, según él no existía papel. Así pasó el tiempo, el corto tiempo, pero con un gran aprendizaje para mí. Fui invisible durmiendo con la persona que amaba y fui irrelevante para su entorno. Mi hija fue la que peor lo ha pasado, porque ella, al igual que yo, pensamos que podíamos tener una familia y esa familia se esfumó, como humo de cigarrillo, ante mis propios ojos.
No culpo al padre, culpo a su hija, no me culpo a mí y no encuentro excusa a lo vivido. Creo que no supe entender a tiempo lo que me sucedía y reaccioné de una forma escapista a una situación, que, por experiencia política, podía dar otra solución. Debí enfrentarles a los dos, en conjunto, debí imponer mi fuerza de convicción y ponerles un freno y un gran STOP. Debí presentarme ese día donde ellos se encontraban y anteponer mi verdad a su falsa verdad, sobre todo, cuando afirmaba que yo le controlaba sus redes sociales, sólo por acercarme a él una noche cuando estaba viendo en el Facebook a su grupo de metaleros y sus comentarios.
Hoy se que no debí marcharme sin decirle a la cara lo que me había hecho sentir con cada desprecio e insinuación de culpa. Debí decirle tantas cosas que hoy me guardo y llevaré dentro. Cada vez que se juntaba con su hija y hablaban de lo que su madre hacía de comer y que ya no come, de lo que ella decide que hay que regalarles a sus hijos y, sobre todo, del día 31 que ellos 4 se reúnen para darse los regalos de navidad y cumpleaños de su hija (15), como si fueran un matrimonio cuando llevan 4 años divorciados. Qué quedaba para mí, quién era su actual pareja en ese momento, ¿cuánto más iba a tener que ser humillada y desconsiderada?
El era un hombre maravilloso, sí lo era, pero cuando su hija no estaba a su lado, porque en ese momento se convertía en un hombre diferente, frío y sarcástico. Lo que más me duele es haberme sentido un paria ante los ojos de quién yo estaba realmente enamorada.
María Victoria Campos Pérez
PD: Con mi narración quiero hacer entender a las mujeres que el tener compañía no significa tener que aguantar desprecios, insinuaciones y culpas no merecidas. Mi error fue intentar cambiar a un hombre a mi semejanza porque su voluntad de cambio se convirtió en odio y ello en conjunto a una hija mal educada, hace que una relación de pareja se dinamite. Busquemos un hombre sin defectos morales ante nuestros ojos. Nunca me importo su problema de vista, todo lo contrario, lo ame en su conjunto.
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