Pocas cosas me caen tan mal como que me feliciten el 8 de marzo por ser mujer. ¿Alguien te ha felicitado por ser hombre, guapo, audaz, asertivo y ponerte bien los pantalones? Suena absurdo. Lo es. ¿Por qué felicitar a las mujeres por serlo y quererle vender lavadoras o zapatos, “festejarla” con desayunos acompañados por un discurso político repetitivo y aburrido, y adornarlas con palabras…
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