Pocas cosas me caen tan mal como que me feliciten el 8 de marzo por ser mujer. ¿Alguien te ha felicitado por ser hombre, guapo, audaz, asertivo y ponerte bien los pantalones? Suena absurdo. Lo es. ¿Por qué felicitar a las mujeres por serlo y quererle vender lavadoras o zapatos, “festejarla” con desayunos acompañados por un discurso político repetitivo y aburrido, y adornarlas con palabras que exaltan sus virtudes femeninas, normalmente asociadas con una actitud pasiva? ¿Quién le dijo a la sociedad que este día es para que nos manden correos y flores con regalitos y mensajes que alaban los estereotipos comerciales y culturales de lo que es una mujer?
Pocas personas entienden de qué se trata esa fecha. Para empezar, hay que decir que no se trata de una fiesta, es una conmemoración que se destaca cada año desde 1975 cuando se llevó a cabo la 1ª Reunión Internacional sobre la Mujer en la Ciudad de México. En la “Declaración de México sobre la igualdad de la mujer y su contribución al desarrollo y la paz” se dio visibilidad a las desigualdades, diferencias, discriminación, violencia, en otras palabras, a la realidad de la mitad de la población del mundo: las mujeres. Lo invisible empezó a dejar de serlo para abrirle camino a los avances que paulatinamente fueron alcanzándose en Copenhague, El Cairo y Beijing hasta llegar a nuestros días.
El 8 de marzo significa un reconocimiento explícito a la situación de las mujeres en el mundo, a sus derechos humanos, a las desigualdades. Sobre todo, es una fecha-compromiso sobre lo que queda por hacer, los pactos que es necesario asumir y las políticas que es necesario instrumentar. Ahora hemos pasado de conmemorar ese día específico a hacer del mes completo uno de eventos, encuentros y actos simbólicos relacionados con ello.
Creo, sin embargo que el enfoque está mal. Me molesta, y creo que no soy la única, que el mes sirva de pretexto para llamar a las mujeres “un tema”.
NO somos unos tema.
Somos la mitad de la población, y las cuestiones que nos afectan, importan y sobre las que es necesario tomar acción para promover la igualdad, el desarrollo y la incorporación activa de las mujeres a las esferas económica, política, social, cultural, digital no deben ser “tomadas en cuenta” solamente durante marzo. Con pretexto de la “conmemoración del Día Internacional de la Mujer” se gastan presupuestos públicos y privados en desayunos, comidas y eventos cuyo montaje cuesta más de lo que se invierte en políticas de igualdad en dependencias federales, municipios y empresas a favor del “tema” que dicen promover.
Es hora de exigir congruencia a quienes toman decisiones tanto en la esfera pública como en la privada para que sea a lo largo de los 365 días del año que tomen acciones a favor de la igualdad.
No queremos un día, o un mes, de “festejo” y que el resto del año:
Invito a quienes festejan con tanto ánimo este día y el mes de marzo a que dejen de usar la fecha como botín político y que mejor canalicen sus esfuerzos y demuestren su compromiso real con acciones concretas cada día del año y que inviertan en indicadores de género en sus respectivas áreas para analizar los avances reales y tangibles y dar resultados concretos y medibles.
O no sé, si los desayunos, festejos y tardes libres con ese motivo, tienen resultados a favor de la igualdad, que por favor, me los expliquen. Soy muy limitada y no los he visto aún.
@LaClau
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Post publicado originalmente en Animal Político el 23 de marzo.
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