Entre las fechas conmemorativas declaradas por la ONU está el Día Internacional de la Felicidad, que ocurre cada 20 de marzo desde 2013, y que parte de la premisa de que este sentimiento relacionado con el bienestar es una aspiración universal de todos los seres humanos que, en términos del funcionamiento de los Estados, se traduce en impulsar políticas públicas de desarrollo, equitativo e inclusivo.

Al respecto, Naciones Unidas, en el World Happiness Report 2021, que en esta edición midió los efectos por COVID-19 en la estructura y calidad de vida de las personas, señalaba que, en el ranking de los países con mayor grado de felicidad, México pasó, del año 2020 al presente, del lugar 24 al 36 de 156 considerados.

Pero, ¿qué entendemos por felicidad? Si partimos de la definición básica de la Real Academia Española, se trata de un estado que nos genera grata satisfacción espiritual y física, y que puede ser producto de lo que nos provoca una persona, situación u objeto que contribuye a que nos sintamos en bienestar.

En ese sentido, cifras a enero de 2021, de los Indicadores del INEGI sobre Bienestar Autorreportado de la Población Urbana, registraban que, en una escala de cero que refleja “total insatisfacción” a diez que significa “totalmente satisfecho”, el promedio de conformidad con la vida en nuestro país tuvo una calificación de 8.2, en donde los hombres alcanzaron un nivel mayor de satisfacción (8.3) que las mujeres (8.0).

La seguridad ciudadana fue el ámbito que presentó la calificación más baja (5.5), seguido de la situación del país (7.1) y de la ciudad donde se habita (7.6).

Las mujeres experimentamos una sensación de mayor inseguridad e intranquilidad. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Seguridad Pública Urbana del INEGI, a diciembre de 2020, el 72.6% de aquellas mayores de 18 años estimaban que vivir en su ciudad era inseguro, en contraste con el 62.7% de los hombres.

Estos resultados no reflejan una simple percepción, sino que representan una realidad que se explica por el contexto de desigualdad y discriminación en el que vivimos, donde el género es motivo de abusos y violencias diferenciadas, donde hay hostigamiento, violación y se llega al feminicidio.

De acuerdo con la Ley General para el Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia, la violencia feminicida es la forma más extrema de agresión de género contra las mujeres, producto de la transgresión de sus derechos humanos, en los espacios públicos y privados, conformada por el conjunto de conductas misóginas que pueden conllevar impunidad social y del Estado, y que pueden culminar en su homicidio y otras formas de muerte violenta.

Según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, durante 2020, en México, ocurrieron 2 mil 971 homicidios dolosos y 939 feminicidios, lo que significa que, en promedio 10.7 mujeres fueron asesinadas al día.

Lamentablemente es un distintivo de la forma en que ocurren los atentados contra mujeres que sean aniquiladas con mayor saña. Según la Estadística de Mortalidad 2018 del INEGI, 30 de cada 100 de ellas (30%) fue estrangulada, sofocada, ahogada, quemada, golpeada con algún objeto o herida con un arma punzocortante, proporción que en los hombres fue del 18.3%.

Kofi Annan, exsecretario general de la ONU, decía que un país desarrollado es uno que permite a sus ciudadanas y ciudadanos disfrutar de una vida libre y saludable en un entorno seguro.

¿Cómo sentirnos en bienestar si estamos rodeadas de ambientes en los que se normaliza el hostigamiento, la violencia y la invasión a nuestra persona? Nosotras sólo queremos lo que cualquier persona desea, vivir seguras para sentirnos tranquilas y felices.

Fuente:
"Vivir seguras para sentirnos tranquilas y felices", Columna Brújula de Ideas, Voces México, 23 de marzo de 2021, disponible en:
https://vocesmexico.com/opinion/vivir-seguras-para-sentirnos-tranqu...