Al preparar una charla sobre acceso a la información e inclusión social que compartí en el Instituto de Estudios Superiores Metropolitano de Villa Flores, Chiapas, me encontré con un artículo que refería a un arnés especial con sensores digitales e inteligencia artificial, llamado Strap, inventado por un joven mexicano, dirigido a personas con dificultades visuales, que servía para detectar los obstáculos frente a ellas.
Estas soluciones tecnológicas y otras basadas en diseños de tipo universal, como los portales de internet con herramientas de accesibilidad, promueven una sociedad inclusiva en la que cabemos todas y todos.
Lo opuesto a la inclusión es la discriminación, que ocurre cuando se excluye a alguien, con o sin intención, por ser diferente, lo que restringe o anula sus derechos.
Nuestras leyes disponen que la discriminación está prohibida. El Estado debe garantizar que sus habitantes participen, con libertad e igualdad, en la vida política, económica, cultural y social. Aún es tarea pendiente su efectividad en la realidad.
La discriminación ocurre por varias razones, entre ellas, por género o discapacidad; siendo estas de las principales causas, junto con la condición de salud y la orientación sexual, según el Informe anual de actividades y ejercicio presupuestal 2019 del CONAPRED.
La discriminación por discapacidad se presenta cuando una persona que tiene, de manera congénita o adquirida, alguna limitación motriz, visual, del habla, auditiva, intelectual, mental o múltiple, de forma permanente o temporal, no puede ejercer plenamente sus derechos por las barreras que le impone el contexto social.
En el caso de la discapacidad visual, que se refiere a las restricciones que enfrenta alguien que padece una enfermedad ocular o ceguera al interactuar con su entorno, de acuerdo con el Informe Mundial sobre la Visión 2020 de la Organización Mundial de la Salud, al menos 2.200 millones de personas la presenta en el mundo.
La discriminación por discapacidad cuando se trata de mujeres y niñas se suma a la motivada por estereotipos de género, lo que las lleva a luchar contra una doble invisibilidad que acota su participación, el acceso a servicios y el disfrute de sus derechos.
Según el Censo de Población y Vivienda 2020 del INEGI, de los 126 millones 014 mil 024 de habitantes que somos en México, el 5.6% tiene alguna discapacidad (7 millones 168 mil 178), de los cuales, es más alto el número de mujeres, con un 52.1% (3 millones 734 mil 665) respecto de los hombres, con un 47.9% (3 millones 433 mil 513).
De las mujeres con discapacidad en nuestro país: el 57.3% (2 millones 140 mil 078) tiene problemas de tipo visual aun usando lentes; el 57% (2 millones 130 mil 545) para caminar, subir o bajar; y al 34.9% (1 millón 306 mil 030) le cuesta recordar o concentrarse.
Si aprovecháramos la riqueza que nos da la diversidad social, tendríamos mayor crecimiento. Así lo sostiene el estudio Somos Todos del Banco Interamericano de Desarrollo de 2019, que estima que, en países como Costa Rica, Chile y México, el PIB aumentaría entre un 2% y un 3% si se consideraran a las personas con discapacidad en el mercado laboral.
Este mes se conmemoran el Día de la Cero Discriminación (1º de marzo) y el Día Internacional de la Mujer (8 de marzo). Ambas fechas buscan que tengamos presente siempre, no solo esos días, ni en este periodo, que todas las personas tenemos derecho a vivir con dignidad, sin sufrir rechazo alguno, ni por género ni por discapacidad.
El derecho a la protección de nuestros datos personales evita discriminación, porque nos asegura el control de nuestra información personal, lo que nos permite decidir quién puede saber o no algo privado, como es nuestro estado de salud.
El acceso a la información reduce asimetrías y empodera a la ciudadanía. A las mujeres con discapacidad les brinda la posibilidad de conocer sus derechos, de encontrar oportunidades, y de activar medios de defensa contra comportamientos excluyentes.
Como dijo la antropóloga Margaret Mead “si queremos lograr una cultura más rica, debemos crear una en la que cada don humano diferente encuentre su lugar apropiado”. Por más que se intente invisibilizarnos, las mujeres estamos aquí. Nuestra inclusión no es una concesión, es una condición obligada y necesaria en una sociedad que aspire ser desarrollada.
Fuente:
"Mujeres con discapacidad: una lucha contra la doble invisibilidad", Columna Brújula de Ideas, Voces México, 16 de marzo de 2021, disponible en:
https://vocesmexico.com/opinion/mujeres-con-discapacidad-una-lucha-...
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