Porque una es “cincuentona”.
Esperas con ansias y sin prisa la sabiduría que tendrás dentro de veinte, treinta y cuarenta años.
Recuerdas con nostalgia tu vigor de hace veinte, treinta y cuarenta años.
Y aunque no lo sabes todo, has aprendido. Todavía estás llena de ansias, de energía. ¡Es un tiempo mágico y te lo mereces! Vas p’adelante pero ya traes mucho en tu costal. Mucho de lo que vale. Porque hiciste limpieza y tiraste todos los cachivaches, sacaste las telarañas del ático. Porque vas con el menor lastre posible, porque no sólo dejaste ir pertenencias sino también consignas, sueños, paradigmas... Tiraste a la basura hasta tu plan maestro porque no servía para un pepino: caducó.
Ahora vas suave, con dirección pero sin confiar en que le torcerás el brazo al futuro: fluyes con el día sin pelear con él. Lo que sea que suceda puede ser para bien: esa es tu única intervención, tú escoges cómo lo encajas.
Casada, soltera, viuda, junta, separada, con hijos o sin ellos… es lo de menos. Desde tu parcela has vivido, aprendiste y vas p’a enfrente, tope donde llegue y estás aterrada, intrigada, temerosa... ¡Viva! Porque lista o no, deprimida o feliciana, plácida o inquieta amaneciste y hay una nueva oportunidad. Así juntamos la vida: a punta de amaneceres retadores que pueden convertirse en pasado que valió la pena: eso es “hoy”.
Yo planeaba todo, vivía anticipando, viendo cómo conjurar lo que sucedería si las cosas no cambiaban.
Hoy sé que puedo virar la consecuencia que está en mi mano. El hacer de quien me rodea… no está en mí haga como hiciere. Fiuuu! Qué alivio.
Vuelvo al inicio: feliz inquilina del quinto piso. Algo he aprendido, me queda tanto por descubrir.
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