Cuando pasan estas cosas una se queda en estado de shock durante varios días.
El sábado se fue Natalia. La conocí hace ya varios años en una comunidad virtual dedicada a Héroes del silencio y Enrique Bunbury, como a muchos de mis amigos cercanos, de esos que han estado conmigo mucho mucho tiempo.
Casi siempre, en los funerales, se habla de las maravillas de las personas, siempre se destaca su lado bueno y muchas veces es mera hipocresía, así que no quiero sonar a cliché.
Natalia luchó muchos años por alcanzar un objetivo: ser mamá. En el camino se encontró con muchos inconvenientes, cosas con las que ella y su esposo no contaban, pero tenían lo más importante: fe y amor.
Después de perder nenes antes de nacer y de, sólo ellos saben, cuánto sufrimiento, lograron que su pequeña hija llegara a este mundo.
Durante mi embarazo algo nos unió, ella estaba pendiente, seguía paso a paso el desarrollo, siempre al pie del cañón, como Renata, como Merilyn, como Mariana, fue de esas mujeres que se quedaron en mi pared de energía femenina para recibir a Fernanda en casa.
No supe, sino hasta ocho días después de que nació Fernanda, que ella y su esposo estaban embarazados, lo lograron a su manera, y el mismo día que yo cumplía 26 años, su hija vio la luz por primera vez.
Comprendí todo, vivía conmigo lo que vivía con su hija, esas bolitas de carne nos acercaron más.
Nunca nos vimos en persona, no nos pudimos dar un abrazo, pero éramos cercanas gracias a las TIC's.
Poco después de la llegada de su nena, ella enfermó, fue complicado dar con el diagnóstico, sólo ella y su esposo saben realmente cuánto batallaron, al final lupus fue la respuesta.
Y Lupus se la llevó, y dejó a un hombre sin el amor de su vida y a una niña sin su mamá. También a muchos y muchas sin un abrazo.
Y son esas vidas, de lucha y de guerra, las que da coraje perder, las que me hacen preguntarme para qué tanto esfuerzo. Claro, sé que todo tiene un propósito. No sé si el de Natalia era darnos una lección de vida, pero lo hizo, no sólo a mi sino a muchos y muchas que, tardaremos mucho tiempo en comprender que, de verdad, ya no está entre nosotros.
Comentario
Kebelek, no hay palabras cuando alguien pierde a una persona querida, y más con la historia que nos cuentas. Con estas historias rectifico que no sabemos lo que va a pasar el día de mañana, cuando tenemos lo que más anhelamos la vida nos da una revolcada y nos sorprende, todo es muy incierto. La semana pasada yo perdí a mi abuelita que se fue inesperadamente, diferentes circunstancias pero en fin. Una perdida es una pérdida y espero que tu duelo como lo veo en tus palabras sea el dolor que te impulse a crear cosas hermosas, porque la muerte tambien es vida, aunque suene muy espiritual, algo nace cuando algo se muere. Un abrazo.
Un fuerte abrazo Kelebek. Lamentamos mucho tu pérdida.
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