El reloj de la puerta marcaba las 7:15 me acomode tranquilamente en la silla, faltaban 45 minutos para entrar a la oficina, además tenía 10 minutos de tolerancia así que, bien podía salir a las 8 en punto , total solo tenía que cruzar la calle, el mesero parado frente a nosotras esperaba pacientemente que termináramos de pedir la orden, chilaquiles con… no termine la frase, la lámpara en forma de manzana que colgaba al centro de la mesa comenzó a oscilar lentamente, el chillido de una señora que entraba en esos momentos nos puso en alerta, ¡está temblando!, todo se movía, vasos y platos caían de los anaqueles, algunas personas se paraban, corrían histéricas, tropezando unos con otros otras, algunos mas se hincaban orando con los brazos al cielo. Yo como pude me acerque a la primera columna que vi, me senté en el piso colocando la cabeza entre mis piernas y mis brazos sobre ella, escuchaba como caían los vidrios al suelo, y algunos muebles, además de otros sonidos que no atinaba a identificar, de pronto a mi lado cayó un televisor que al estrellarse en el fino mármol lanzo un sin número de chispas, temí que me aplastara o que las chispas alcanzaran mi ropa temí moriría calcinada, pero nada de eso paso, de pronto todo quedó en silencio, el movimiento seso, espere unos minutos y me incorpore, pero mi cabeza choco contra algo, abatí las manos haciendo a un lado todo ese polvo que no me permitía ver , mire hacia arriba, encontrándome con un pedazo de muro que muy probablemente era el techo que había caído a pedazos sobre una mesa, llame fuertemente a mis compañeras, Consuelo, Blanca, Mago, nadie contesto, decidida Salir de aquel rincón, di un paso hacia adelante, y solo sentí como el piso se hundió a mis pies, alzando las manos quise aferrarme a lo que encontrara, vi unas cortinas en mi caída, con una mano las alcance, pero no soportaron mi peso, el cortinero de madera que las sostenía se desprendió con el jalón y cayó sobre mi cabeza.
No recuerdo cuanto tiempo pase ahí tirada, quise moverme pero, no sentía mis extremidades , me voltee con dificultad boca arriba, la mano derecha no me respondía, la izquierda me hormigueaba pero al parecer estaba bien, la levante lentamente para tocar mi frente húmeda, estire la mano y encontré algo parecido a una tela, como pude con ella limpie mi frente, los parpados los tenía pegados, restregué la tela en mis ojos, necesitaba ver en donde estaba, pero a pesar de mis esfuerzos, solo pude abrir un ojo, el otro estaba completamente cerrado, por un pequeño agujero entraba un rayito de luz, entonces mire la otra mano parecía sin vida, colgaba de mi muñeca y tenía un color morado, casi negro, no reaccionaba, por más que mi mente se lo ordenaba, tenía que evaluar los daños recibidos, levante el pie izquierdo moviéndolo de un lado a otro, no dolía, ahora el derecho, no, tampoco dolía, ahora las piernas esas si, parecía como si un día antes hubiera corrido un maratón, trate de sentarme, deje a un lado la tela con la que me había limpiado, fue en ese momento que me percate que lo que escurría de mi frente, era sangre, el cortinero me había abierto la cabeza y sangraba de algún lado, deje sobre lo que pensé era la herida el pedazo de trapo, el dolor invadía todo mi cuerpo, no sabía que me dolía mas, estaba mareada, con nauseas, la boca seca.
Volví a recostarme quedándome dormida o ¿desmayada? No lo sé, pero lo agradecí porque ya no sentí dolor, no sentía nada.
Abrí el único ojo que me servía, el rayito de luz había desaparecido, no tenía idea si era de noche o de día, y el dolor seguía ahí consumiéndome, me puse a orar pidiendo dejar de sufrir o que alguien me encontrara, tenía sed, hambre , frio, temor, busque a tientas algo para taparme, entonces , sentí una mano, ¡había otro cuerpo!, era una mujer, y respiraba, sacando fuerza de mi interior, me acerque y le pregunte su nombre, no respondió, únicamente sollozaba , me acurruque a su lado y llore desesperada, aullando de dolor, de impotencia, de desesperación, de miedo, ella permaneció en silencio, después de un rato logré tranquilizarme un poco, ya no estaba sola, -ya verás que nos encontraran- le decía- vi un agujero hace un rato, gritare hasta que nos escuchen, - no te preocupes-.
Y entonces grite lo más fuerte que pude, ¡Auxilio! ¡Aquí estamos! Y en ese frio lugar con olor a polvo y muerte nadie nos escuchó, parecía nos habían olvidado, volví a quedarme dormida abrazada a una desconocida con la que estaba compartiendo una lenta agonía.
Un grito me despertó, -¿Hay alguien ahí?- ¡Contesten! – ¿Alguien me escucha? -Aquí estamos- conteste, pero mi voz apenas audible no la oían, meteremos la excavadora decían, sacaremos los escombros, los autos que quedaron en el sótano y los muertos; -estamos aquí,- musitaba entre dientes, si mueven algo nos enterraran vivas.
La tierra empezó a caer en mi rostro, habían traido las maquinas, ore para que todo terminara rápido, ¿cómo era esa oración que mi madre me había enseñada de niña?, ah sí, ya recuerdo, creo que comenzaba con algo así como; Padre nuestro… y continúe, A pesar de todo mi mente me decía -no quiero morir ahogada- has un esfuerzo, tienes que sobrevivir.
La tierra seguía cayendo, y mis fuerzas menguaban, llorando, le murmuraba, a mi amiga la muda, no te preocupes, saldremos, aunque yo estaba segura que quedaríamos ahí, bajo todos esos escombros, ¡enterradas!
De pronto, Escuche el ladrido de un perro, las maquinas pararon, entre tierra y pedazos de muro vi un gran agujero por donde entraba una cegadora luz, seguramente ya estoy muerta, vi una figura descender, ¿será acaso un ángel?, después, lo vi ascender cargando con una mano lo que parecía ser el cuerpo de un hombre, El ángel me miro y lo escuche decir -regreso por ti-
¿Ya escuchaste? Pregunte a la muda, - pediré que te lleve a ti primero, aunque la que seguía era yo bromee.
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