Recuerdo una de las últimas veces que lo vi, era un hombre alto, sin cabello, no es que fuera calvo, él se rapó porque no le gustaban las canas, eso comentaba, bromeaba diciendo, que así no lo reconocería la muerte, si es que llegaba a buscarlo, él estaba enfermo, la diabetes había llegado a su vida después de una operación mal practicada de la vesícula, en donde había coqueteado con la muerte, era un hombre de mirada triste que se percibía a través de sus pequeños ojos, nariz aguileña, tenía un gran lunar en el lado izquierdo de la nariz,  su piel oscura combinaba con sus rasgos indígenas, labios delgados, boca regular,  sus pómulos resaltaban de su rostro, a veces parecían brillar a la luz del sol, la palma de sus manos eran grandes, dedos delgados aun cuando su cuerpo no lo era, tenía panza, esa que dicen se forma de tanto beber cerveza.

 Hablaba poco, maldecía mucho, su voz fuerte y resonante, hombre hecho en el ejército ya que desde muy joven se enlisto en sus filas, duro como las piedras, pocas veces se sabía lo que pensaba, lo que sentía, poco expresivo ante el dolor y el amor, estricto al máximo,  sabio por los duros golpes que le dio la vida, tenía el buen habito del ahorro, de las pocas amistades, trabajador, honesto, responsable con su familia, creyente pero sin religión, le gustaba leer novelas, caminar, jugar con los niños, pero tenía un gran defecto, era alcohólico, no de esos que se la pasan en las cantinas, o de los que se encuentran dormidos en cualquier esquina, tampoco de los que toman todos los días, tampoco de los que no van a trabajar por tomar, no, era de esos que el alcohol sensibiliza, de los que los vuelve dicharacheros, alegres, bailarines, pero que al otro día es un infierno estar a su lado, esos que golpean a sus mujeres y que dicen no acordarse después de quedarse dormidos por la borrachera.

Él era exageradamente limpio, vestía pantalones finos, tenía 3 o 4, su sueldo no daba para mas, sus camisas bien planchadas, los cuellos almidonados, siempre erguido sabia lucirlas, metidas en sus pantalones que acompañaban sus cinturones de piel, hebilla ancha, que sobresalía de su gran estómago, al pasar dejaba ese olor a colonia que acostumbraba, flor de naranjos se leía en las etiquetas de las botellas, con unas letras que decían Sanborns, sus zapatos de agujetas siempre lustrados, siempre brillantes, parecían espejos, los mantenía así porque en un tiempo también fue bolero, sabía hacerlo bien.

No tenía estudios, por lo que contaba; hizo la primaria en el ejército, era muy inteligente, sabía bordar, coser, cocinar, planchar, barrer, aunque pocas veces lo hacía en casa.

Exigente en los estudios de sus hijos, para el nada era suficiente, padre siempre al pendiente de las tareas, conocedor de museos.

Su forma de expresión era la música, le encantaba las melodías rancheras, compraba grandes aparatos de sonido, pues cuando la alegría inundaba su corazón escuchaba las canciones a un volumen alto, cantaba en su mal español, aunque tenía muchos años en la ciudad de México no terminaba de aprender a hablarlo, su idioma era el mixteco, idioma que usaba cuando su familia lo visitaba.

Su forma de pensar fue un poco adelantada a su época, especulaba que la mujer tenía derecho de estudiar, de superarse, de divorciarse si fuera necesario,  el creía que las mujeres debían cuidar su arreglo personal, tener conocimientos de cultura general, leer mucho, viajar más.

Y podría seguir describiendo a este hombre que fue mi padre, que se dejó morir a los 9 meses de haber fallecido su único hijo varón, ese hombre que me enseñó que es la responsabilidad, la honestidad, que me enseñó a trabajar,  a ahorrar, a desear superarme cada día, a luchar por mis sueños, a leer, quien fue mi maestro de vida, por el supe también que debo poner límites en general, que el abuso del alcohol trae grandes problemas, que a los hijos se les demuestra el amor, aprendí que se puede amar pero también odiar al mismo tiempo, que las personas tienen sus lado bueno pero también un lado oscuro, que los machos pueden serlo con sus mujeres y no practicarlo con sus hijas.

Hoy agradezco a la vida, a Dios al universo ese gran maestro que me dio la vida.

 

 

 

 

 

 

 

 

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