¡Hola! Mi nombre es Angélica Meza y soy blogger desde hace 9 años, creo. Inicié por casualidad y sin muchas pretensiones, más poco a poco le fui agarrando el gusto de tener una huella digital. Al principio sólo escribía de mí, mi blog fue un diario virtual de todas las peleas que tuve con mi madre, pero luego de años de exhibir nuestra relación disfuncional empecé a publicar los borradores de mis textos-novela (siempre he querido ser escritora) donde claro, sigo hablando de mi madre, sólo que desde una narrativa más perfeccionada. Tenía tal número de errores que los seguidores que poco a poco se sumaban, me hacían énfasis en mis errores, por eso, de llamarse “Escala de grises” mi blog (soy dramática), lo cambié por “Monopolio de erratas” y aprendí a reírme de mi.

 

Luego de varios años y pese a mis intentos por ser considerada por cuanta convocatoria literaria encontré (recuerden, quiero ser una gran escritora publicada por Alfaguara), comencé a postear convocatorias, invitaciones a presentaciones de libros, ideas generales sobre el mundo jurídico (soy abogada), hasta que hace casi tres años inicia la aventura de editar una revista cultural para niños y niñas de 6 a 12 años. Esa aventura se llama Amigosy también fue sin mucha pretensión, es más no tenía ni idea de lo que estaba haciendo, creo, sólo quería tener lugares a donde asistir con mi hija (soy mamá). Al ir de paseo con mi hija tanto a los espectáculos como a los talleres que difundo en Amigos, conocí de primera mano muchos problemas en torno al menor, como la falta de visibilización en un mundo adulto, donde nuestra conceptualización los ve como objeto de derechos y no como sujetos; como si los niños y las niñas fueran seres incompletos y nosotros decidiéramos qué y cuándo darles derechos. Fue cuando sin darme cuenta, de nuevo, me convertí en defensora de los derechos humanos de los niñas y las niñas, y la verdad, me hace muy feliz.

 

De todo lo anterior se puede deducir que soy muy curiosa y comienzo las cosas sin saber exactamente donde voy a concluir, por eso, decir que espero de un taller en línea es un poco aventurado. Espero divertirme, aprender y conocer más mujeres talentosas. Claudia siempre ha sido una mujer que además de talentosa es generosa con su tiempo, y todos los proyectos que he sido parte con ella me dejan muy satisfecha. Veo con agrado la lista de participantes, a algunas las conozco en persona, aunque no sé si me recuerden.

 

El día de hoy estuve muy enfadada-triste-deprimida-me-sentí-mierda e iba a postear del Estado de derecho fallido de Michoacán, de lo mucho que me encabrona la indiferencia ciudadana, de que ojala el karma le cobre a Fauto Vallejo la desgracia de tanta familia, la impotencia de no poder hacer más por esas niñas que son arrancadas de sus familias para ser violadas cuando sus cuerpos son biológicamente inaptos para una relación sexual; pero días sin dormir merecen que me relaje un poco y deje fuerzas para otro día y tribuna (aunque seguramente lo escribiré después), así que voy a seguir escribiendo-corrigiendo mi novela (recuerden, seré una escritora muy famosa) porque mañana iré a mi taller (tomo un taller de creación literaria en la Capilla Alfonsina).

NOTA MORBOSA: Los post donde me quejaba de mi madre los borre en un arranque, luego de que no me aceptaron en un concurso de literatura, les dije, soy dramática. Les comparto un cuento que escribí hace tiempo, y se vale opinar. Besos

 

Cuento: La sombra

Escrito 9 de julio del 2009

 

Intento, quizás por quinta o sexta vez dejar de respirar. Logró permanecer sin aire poco más de un minuto. Sintió los ojos casi explotar, las mejillas expandirse, la congestión: tuvo miedo; bueno, en realidad sintió pánico cuando se dio cuenta de que había escogido un pésimo lugar. Los de la intendencia lo encontraría recostado a un lado del water, remojado y no exactamente en agua. Miró a su alrededor y se sintió imbécil; se preguntó por qué ese jueves lluvioso terminó en el baño de una central de camiones, intentando morir.

Recordó. Fue a las tres de la tarde cuando la vio caminar entre los puestos de dulces, cuando esas torneadas piernas tropezaron con un bulto en el suelo fermentado en alcohol: él. Al fin logró lo mirara aunque fuera  de reojo, pero en seguida siguió de largo-

- ¡Vuelve acá! –Le grito con una voz áspera.

- ¿Qué quieres? –Le contestó altanera.

- ¡Quiero tu amor! –Le respondió como un reproche en medio de quejidos.

Ella se carcajeó y siguió caminando, mas él estaba enamorado desde tres meses atrás, habían coincidido en el cine club, al cual ella asistía religiosamente todos los jueves a la función de las tres, al ciclo del cine francés, mientras él vagabundeaba cerca del lugar en busca de comida. La primera vez que a miró, se impresionó con ese halo de pureza que refleja al caminar, la creyó una Diosa y comenzó a seguirla. Por lo que ahora sabía que reía sola, a veces se compraba un helado de vainilla, no tomaba el trolebús sino caminaba hasta el metro sin importarle la lluvia, llevaba siempre su mochila repleta de libros y raras veces la vio platicar; siempre todo lo hacía en silencio.

Ese jueves, aunque la gripe le cerraba los ojos y el maldito clima lo acurrucaba al sueño, al constante sueño donde ella aparece; fue a buscarla, para decirle cara a cara que le importaba lo suficiente para cambiar de vida. Quiso alguna tarde ofrecerle un abrazo, decirle que aunque estaba casado con una mujer obsesionada con las apariencias y tener una hija, Matilda, de apenas 3 años; él la amaba. Quiso decirle que deseaba tener un perro y su cuerpo. Ese cuerpo al que llamaba María.

Esa tarde sería diferente. Lo supo desde que encontró dentro de su cartera ese papel casi amarillo donde escribió un nombre, su nombre: María. La miró de lejos y se echo al suelo como un perro en espera de amo. Sin trabajo desde hacia casi un año, desesperado por tener que cubrir una pensión para ver a su hija y tras dejar su sueño de ser actor: ella representaba el amor. Para su ex mujer siempre fue un fracasado, un pobre diablo, un hombre de aspiraciones pequeñas y el sexo fue lo único que un día los unió, pero ya ni para eso era bueno. La miro. ¿Casualidad? No, destino.

Con la boca seca y la mirada fija, corrió tras ella, imaginando arrancarle un beso con toda la dulzura y fuerza que era capaz, su cara enternecida al escucharlo hablar, sin importar su pasado; ser perdonado. Pero como un rayo, sin provocación, en medio de la aventura ella se desvaneció a los pies de un auto, seis cuadra adelante. Se detuvo mientras un tumulto de curiosos acordono el lugar para mirar con morbo, un incipiente río púrpura debajo de un cuerpo aún tibio. El barullo comenzó a indicarlo como el verdugo y al no soportar ser señalado: huyo. A un indigente depresivo no lo quiere nadie. Corrió con los ojos cerrados, temblando de frío, deseando morir, mas su mala suerte lo dejo con vida en medio del único lugar que no se ofende con su presencia, la mierda.

 

Angélica Meza

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Comentario de Angélica Meza el enero 20, 2014 a las 10:35am

Chicas muchas gracias por sus comentarios, creo que todo es cosa de intentar, el deseo por escribir lo tengo desde niña y hace más de 8 años que asisto a diversos talleres para corregir mis textos, besos u.u

Comentario de Claudia Shelley el enero 19, 2014 a las 9:56pm

Wow ! Quisiera escribir como tu !! 

Comentario de Betsabé Morales Castro el enero 19, 2014 a las 6:31pm

Hola Angélica, gracias por el like, saludos y desde ya te sigo en tus letras, saludos y buena semana!

Comentario de Iveth Astudillo el enero 19, 2014 a las 6:09pm

Valiente historia Angélica, gracias por compartir parte de tu vida y logros.

Comentario de Ma. Guadalupe Salazar Mondragón el enero 18, 2014 a las 11:52am

Felicidades. Seguramente tu arrojo te llegará a conseguir ser la escritora que sueñas ser; por lo pronto compartiremos el taller para aprender a crear un Blog en Mujeres Construyendo y espero que podamos intercambiar ideas y enriquecernos de esos intercambios.

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