Hace una semana, por la madrugada, me enteré del suicidio de una adolescente a quien conocí este año. Ella vivía en un albergue para niños que no pueden ser adoptados, por su situación jurídica.

Tuve la oportunidad de convivir solo un poco con ella, sin embargo, no fue mucho el tiempo de acercamiento. Desde el primer instante pensé en que era probable que se quitara la vida, y en este caso no me equivoqué. Su mirada perdida, la música que escuchaba, sus cambios de comportamiento, en fin, una serie de actitudes que me hizo sospechar lo que planeaba hacer, sin embargo cuando lo comuniqué a las responsables, no me hicieron caso, argumentando que ella estaba en manos de expertos, es decir, yo no era la experta. Efectivamente ella estaba con su psiquiatra, por lo tanto estaría bien, de acuerdo a todos ellos, pero la reacción de ansiedad que ella presentaba después de las sesiones, por lo menos a mi no me agradaba, se comía las uñas, parecía fuera de sí, y eso me preocupó aún más.

A veces me pregunto si son los celos profesionales, los que limitan a otros que no somos del área, mi percepción lamentablemente no fue escuchada, ni tomada en cuenta y ahora se perdió una vida, simplemente por una negligencia.

Al estar en ese espacio, me di cuenta, de que todos los niños merecen tener una familia, y que a pesar del cuidado de mujeres que dejan todo para ser madres sustitutas, creo que nunca será suficiente, en general casi todos los niños parecen fantasmas, se ven tristes, con la mirada perdida, sin ganas de vivir. Además de presentar graves problemas de conducta.

Hay quienes me dijeron que son niños que han sufrido demasiado y que no eligieron estar en ese lugar, y tal vez tengan razón, pero quien asegura que yo no he sufrido y tal vez más que ellos, sin embargo aquí sigo, ayudando con lo que puedo a otros. En esa sesión de trabajo tan desgastante, lo único que argumentamos una compañera y yo, es que independientemente de su historia tendrían que enfocarse a tomar cursos de resiliencia, pero tampoco aceptaron.

Creo que en este caso fue por negligencia de los administradores de la institución que la chica se suicidó. No hay notas al respecto de su muerte, todo se ha manejado lo más discreto posible, en fin asuntos que me parecen demasiado escabroso.

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Comentario de Renata Rodriguez el septiembre 7, 2014 a las 2:32pm

Zenzontlalli, un suicidio siempre nos contunde, siempre nos dejará sintiendo de debimos haber hecho más. Es agresión cañona para quienes se quedan acá. Cuando alguien decide esa salida, aunque adviertas a los seres cercanos como terapeuta, aunque como padre lo veas venir con horror y lo trates de conjurar; si la decisión está tomada, tarde o temprano sucede.  Recuerda que "si fuera", " si no hubiera sido" son subjuntivos que no sirven más que para hacer literatura porque, para vivir, no aplican. Es horrible, pero no estuvo nunca en tus manos

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