“¡Quédate con tu libertad!, ¿no es lo qué siempre quisiste, lo qué siempre pedías?”
Cuántas veces no hemos escuchado reclamos de este tipo, que si la libertad, que ser autentica o independiente; la libertad como muchas otras cosas no siempre significa lo mismo para todas así como el amor no se siente igual en todos los corazones.
Actualmente, entender la vida desde una perspectiva feminista y abrirse paso con esta visión, puede resultar un camino tortuoso, repleto de espinas, percibiéndose a veces como un camino largo de aprendizaje constante, de reflexión, pero sobre todo de lucha por no ceder el territorio recuperado en un mundo estructurado con parámetros inequitativos, el cual a veces no nos atrevemos ni siquiera a pensar en cambiar, mucho menos imaginamos ser el cambio para lograr un equilibro entre lo preestablecido y lo deseado, cosa que no hacemos por comodidad, desidia, miedo o simplemente porque preferimos mantenernos igual aun a sabiendas de su injusticia.
Desde que tengo memoria y hasta hace no mucho quizá, he concebido que la vida es como una receta de cocina, siguiendo las instrucciones al pie de la letra, siempre obediente, ¡Por dios!, se trataba de formar a una niña, no hornear un pastel de chocolate, y al final pasó lo que siempre ha de suceder cuando se pretende aprisionar a un espíritu libre, éste fue tomando su propia forma, y lo sigue haciendo hasta la fecha, cambiando con cada experiencia, con cada nuevo y fresco razonamiento que llega como brisa fresca del mar a la sofocante costa en verano.
Mi libertad se reafirma con mi feminismo, porque creo en la capacidad, eficacia y eficiencia de la mujer, porque he sido testigo, a veces observadora, otras veces protagonista, del poder de cambio que ejerce la mujer cuando lucha. Y comúnmente se observa la incomodidad de algunos y algunas (que es lo peor), con los resultados exitosos a través de los logros producto del esfuerzo y lucha.
Para mí la libertad es una búsqueda de sí mismo, liberarse de las ataduras de las costumbres, de las estructuras sociales y culturales que solo se repiten y se siguen reproduciendo. Eso es la libertad.
“Hace unos años, cuando hubo un cambio significativo en mi vida, teñí mi cabello por primera vez a manera de marcar el inicio de una nueva etapa, ahora no fue la vida, sino yo misma quien tomó la decisión de hacer un cambio y en está ocasión me hice un pequeño tatuaje de henna, tres palomas que revolotean, que representan a la completa libertad que se está fraguando en mi ser, la cual un día saldrá volando como esas palomas que ahora vuelan sobre mi piel, con el deseo de que al tiempo de que se vayan desvaneciendo de mi cuerpo se irá acentuando lo que quiero ser.”
Lo sé, puede sonar muy fácil, pero queridas amigas, es un camino difícil, no las voy a engañar, la búsqueda de nuestra libertad es muy gratificante, pero tiene sus tiempos, sus momentos, pero siempre debemos estar dispuestas a renovar y aceptar esas pequeñas sorpresa que llegan en diferentes presentaciones y formatos.
Cada una vemos la libertad de un color diferente y no solo eso, cada una entendemos por libertad un deseo, una aspiración o motivación diferente, el camino a ser lo que queremos puede ser inseguro pero tengan en cuenta que al final nunca estamos solas.
PD. Gracias soldado por hacerme apreciar el color de esa libertad.
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