Hoy existe una pandemia en el mundo de la que poco se habla, se estigmatiza, se ignora y que le está costando muchas vidas al mundo y generando un daño irreparable si se sigue invisibilizando e ignorando. Es una pandemia que se ha metido a nuestras vidas, a nuestras casas, a nuestras relaciones y que nos afecta día con día, pero no la reconocemos o nos avergonzamos de ella en lugar de atenderla.

Es una pandemia que sigilosamente acaba con el cuerpo y el espíritu de las personas, las incapacita, margina y lleva en muchas ocasiones a la muerte. Esta pandemia es la falta de salud mental en el mundo.

El 10 de octubre es el Día Internacional de la salud mental y este año la Organización Mundial de la Salud se plantea visibilizarla y generar conciencia para considerarla como un derecho humano universal. ¿Qué es? “La salud mental es un estado de bienestar mental que permite a las personas hacer frente a los momentos de estrés de la vida, desarrollar todas sus habilidades, poder aprender y trabajar adecuadamente y contribuir a la mejora de su comunidad. Es parte fundamental de la salud y el bienestar que sustenta nuestras capacidades individuales y colectivas para tomar decisiones, establecer relaciones y dar forma al mundo en el que vivimos. La salud mental es, además, un derecho humano fundamental. Y un elemento esencial para el desarrollo personal, comunitario y socioeconómico”.

Los padecimientos y enfermedades relacionadas con la salud mental tienen un alto costo para las personas, para  las comunidades, para los países y para la economía mundial, y la pandemia de COVID19 fue un detonante para ello, cuyos efectos apenas estamos visualizando.

Los trastornos mentales son hoy en día una de las principales causas de discapacidad en el mundo y resulta sorprendente que no se le preste la atención debida ni en las políticas públicas ni entre las y los tomadores de decisiones ni en los medios de comunicación ni en las escuelas ni en las familias ni en la agenda global dado el impacto que tiene.

Un estudio de Deloitte señala que los gastos relacionados, directos e indirectos, se estiman en más del 4 % del PIB mundial. Esto es  más que el costo combinado del cáncer, la diabetes y las enfermedades respiratorias crónicas. Para 2030, se espera que los costos de salud mental superen los 6 billones de dólares  al año. La investigación arroja también que entre 2011 y 2030 se prevé que la pérdida de producción económica acumulada asociada con estos problemas sea de 16,3 billones de dólares en todo el mundo.

Naciones Unidas presenta datos preocupantes:
  • Antes de la pandemia, casi mil millones de personas sufrían algún tipo de trastorno mental diagnosticable.
  • El 82 % de estas personas vivían en países de renta baja y media.
  • Las personas con trastornos mentales graves morían entre diez y veinte años antes que la población en general.
  • Con la pandemia estas cifras aumentaron y pusieron en evidencia la deficiencia y falta de capacidad de los sistemas sanitarios y de atención de la mayoría de los países, así como el efecto de las desigualdades socioeconómicas en la atención.
  • Se calcula que la pandemia aumentó entre un 25 % y un 27 % la prevalencia de la depresión y la ansiedad a escala mundial.

Lo que es necesario destacar es que estos trastornos y la falta de salud mental afectan a toda la población, la niñez, la juventud, a las personas mayores y a mujeres y hombres de manera diferenciada y específica en distintas regiones.  La ignorancia, las costumbres, la falta de información y adecuado tratamiento, la violencia, las guerras, las migraciones, el cambio climático, el estigma, la religión, el bullying, la violencia doméstica, la violencia de pareja, la discriminación en general y la discriminación de género en particular y una amplia  gama de factores inciden en ello.

Los principales trastornos mentales que padece hoy la población en el mundo son:

  • Ansiedad
  • Depresión
  • Trastorno bipolar. Trastornos de estrés postraumático
  • Esquizofrenia
  • Trastornos del comportamiento alimentario
  • Trastornos de comportamiento disruptivo y disocial
  • Trastornos de neurodesarrollo

Cuando visualizamos la salud mental desde una perspectiva de género nos encontramos con que 1 de cada 5 mujeres experimenta  depresión en algún momento de su vida y que el riesgo que tienen de sufrir trastornos de ansiedad es mayor que el de los hombres. La pandemia también trajo consecuencias porque la violencia doméstica y de género aumentó y con ello creció  -además de los feminicidos- la depresión en las mujeres.

No esperemos a que haya un suicidio más en el mundo, una persona marginada por tener depresión, una persona con sus derechos violentados por ser recluida o encadenada por carecer de sus facultades mentales, una mujer más con estrés postraumático por ser víctima de abuso narcisista, un joven más recluido o deprimido por ser víctima de bullying, una persona más estigmatizada por tener trastorno bipolar.

No dejemos que haya una persona más viviendo un infierno porque la sociedad, su familia, colegas, pares y amigos ignoran lo que está atravesando y la discrimina por no reconocer que padece o transita por una enfermedad que no se nota en la piel porque no tiene sangre o una herida expuesta pero está acabando con su vida sigilosa y lentamente.

Hagamos de la salud mental una prioridad.

Publicado originalmente en Animal Político el 2 de octubre.

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