Ahora tomo un café caliente mientras escribo el post de esta semana, intento ordenar mis ideas, han sido tantas cosas, tantos momentos, historias, anécdotas, risas, recuerdos, mucha alegría, un moffin de chocolate me acompaña y mis ganas de dormir.
Son las 4:56am, por los pasillos del aeropuerto pasan muchas personas en distintos idiomas, razas, tomo un sorbo de café y pienso en esta semana, lo que fue y lo que será, salí del Hostel Backpakers, un largo abrazo para despedirme de mi amiga Ecuatoriana favorita, voltear en medio de la madrugada y ver la piscina, la hamaca, las bancas dónde se organizaba la fiesta, las reuniones improvisadas o el punto de encuentro en la sala color chocolate de la esquina, se volvió nuestro hogar.
Probablemente esa tarde, después de la foto final, nadie se atrevió a abrazarse, a desearse buen viaje, nadie, porque al hacerlo finalizaríamos una semana, que como pocas veces sucede, se estiro y se hizo larga, lenta y nos permitió pintar de recuerdos.
Inevitable es, no sentir añoró por lo que dejamos atrás, solo fue una semana reunidos con “extraños” con los que nos escribimos todos los días, a los que repartimos like en sus publicaciones o buscamos guía, compartimos, debatimos, nos acompañamos, fuimos socios, camaradas, compartimos una lap, el cable que siempre se olvida, el shampo que se agota, brindamos por nosotros y nuestra bella América Latina.
El viernes, después de las palabras de clausura salimos a festejar la vida, la amistad y pura vida!
Disfrutamos un fin de semana juntos, tomando fotos, soñando juntos, y finalmente llego la despedida, uno a uno a su hora y momento fue diciendo adiós, lo que pasa en Costa Rica se queda en Costa Rica, hasta pronto amigos, hasta nuestro próximo viaje, que con gusto los recibiré en diciembre en Guadalajara.
Poco a poco voy a subir los textos pendientes.
Hoy hace un año…
En este momento, me estoy quedando dormida redactando estas últimas palabras, el cansancio y esa ausencia de sueño de varias noches ya son notorios en mis ojitos medio cerrados y mis palabras difusas.
Escribo desde el cuarto del hotel por el monumento Revolución, se ha convertido en sede de historias y encuentros, aventuras y amistades, recorriendo las calles de la Ciudad de México, me acordé a ti, de nuestros paseos por la Alameda Central, también me acorde de ti, con el que nunca pude venir y cuando estuvimos juntos en estas tierras, la prioridad era el trabajo, hace un año de aquellos sucesos, de aquella decisión.
Aun recuerdo que bailaba el vals en Chapultepec, cuando una llamada lo resolvió todo, o una parte, recuerdo como lo negabas, como me prometías amor eterno, también recuerdo que en esos pasillos vi tu sonrisa y me enamore.
Hace un año era otra, ahora soy yo.
Espero poder volver a caminar por la Alameda Central tomados de la mano, visitar Bellas Artes y cantar en Garibadi hasta que amanezca, espero que la distancia sea más corta, que el vuelo de avión sea directo, que tomes la decisión y cruces la ciudad o tomes el bus conmigo.
No sé cuál será el destino que la vida nos tiene preparados, pero esta mañana al asomarme por la ventana del hotel, al caminar las calles mientras bebía mi café, fue entonces cuando me sentí feliz, sí, me sentí plena, me gusta la aventura, la emoción y no sé si exista un tu y yo, pero si existe y existirá un yo.
Este texto lo inicie en el café frente a la sala 9 del aeropuerto Juan Santamaría en Costa Rica y ahora lo finalizó en el asiento 10 del bus que sale de la Ciudad de México y que me lleva a mi casa; amable lector, disculpe las actualizaciones que ha sufrido esta publicación, pero las palabras son muchas, el tiempo poco y la señal del wifi mala.
Finalmente solo puedo despedirme con: Pura Vida!
Fotos de todos los lugares dónde me puse a escribir el #BlogAngie
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