Si algo ha abundado en la prensa, los medios electrónicos y las redes sociales en estos días ha sido la falta de entendimiento, la intolerancia y los excesos.

Es increíble que en circunstancias como las que pasa el mundo los debates se centren en la importancia de usar o no una “bandera” de Francia en el perfil de Facebook -y no la de Líbano que también vivió un atentado un poco antes, o para otros la de Siria que lleva años en guerra civil y es el origen de este atentado o la de Irak, o la de Afganistán o la de Egipto… y la lista podría seguir y seguir porque si algo hemos hecho bien los seres humanos en este último siglo han sido guerras y conflictos armados. 

Llama la atención que los propagandistas de Israel tampoco perdieron el tiempo y no tardaron en empezar a hacer carteles que son de verdadera ignominia al comparar lo que vivió Paris con los atentados contra lo que sucede en el conflicto de Israel y Palestina desde hace muchos años.  Una vergüenza digo porque a final de cuentas las diferencias son abismales y querer “colgarse” de la tragedia parisina es mucho más que ofensivo. 

Israel es una fuerza de ocupación, Israel tiene puestos de control para permitir la entrada y salida de palestinos aún a sus escuelas y sitios de trabajo, puestos controlados por adolescentes y jóvenes que muchas veces toman a broma el arruinar la vida diaria de quienes están obligados a cruzar. Israel puede abrir y cerrar la compuerta de suministros básicos a Palestina y, más grave aún, puede abrir y cerrar la puerta de los ataques con armamento sofisticado, aviación, y misiles. Y lo hace, tan cotidianamente que ya no es noticia. 

No, Israel no es Paris. Israel es una fuerza de ocupación que cotidianamente viola los derechos humanos y los tratados internacionales a que le obliga ese estatus y lo hace con conocimiento. Levanta asentamientos de colonos radicales en lo que antes eran casas de Palestinos ahora despojados, les roba sus tierras y pone soldados a proteger a los invasores. 

Al usar la propaganda se rebajan y abusan del sentimiento de solidaridad mundial que se ha expresado con Francia. Al escribir las fechas de los atentados y escribir un 24/7 luego de Israel quisieron mostrar que vivían eso mismo todos los días del año, pero quien lo leyó entendió un mes y un día, el 24 de julio. 

ISIS no es igual a otro movimiento terrorista, ni siquiera a su predecesor Al-Qaeda. ISIS es de un fundamentalismo que incluso los más radicales, como sus antiguos aliados de Al-Nusra consideran excesivo. El terror de ISIS es incomparable, pero más importante aún es considerar que quienes murieron eran de origen multiétnico, multirracial y multicultural. Querer usar a los muertos de Paris como justificación para las barbaries que se cometen contra los civiles palestinos es cínico.

A pocos días del ataque a un hospital de Médicos sin Fronteras en Hebron perpetrado por agentes israelíes donde dieron muerte a un hombre -violando con ello el derecho internacional humanitario- y en un año en que el número de niñas y niños encarcelados por “delitos contra la seguridad” en territorios de Israel y ocupados ha superado los 150, traer esta propaganda de victimización es, cuando menos, insultante. Usar el dolor parisino para traer agua a sus intereses políticos debería avergonzar a quienes idearon esta campaña. 

No hay duda de que el terrorismo es terrorismo en cualquier lado y el fundamentalismo, en cualquiera de sus formas, debe terminarse, con inteligencia financiera, con cooperación internacional, cortando las redes de suministro económico y las que mantienen el financiamiento de estos grupos vivo y circulando y bloqueando el apoyo político. Ojalá nadie viviera el terrorismo, ni Paris, ni los Sirios, ni los Iraquíes, ni Israel ni los Palestinos, pero tal parece que en nuestros tiempos se trata de una competencia a ver quien más sufre (y quien apoya más en las “redes sociales”), parece que todas esas etiquetas son más importantes que nuestra humanidad. 

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