Noviembre es un mes emblemático para el activismo contra la violencia de género hacia las mujeres.
Desde 1981, las militantes en favor del derecho de la mujer autoproclamaron el 25 de noviembre como el día contra la violencia para rememorar el brutal asesinato en 1960 de las tres hermanas Mirabal, activistas políticas de la República Dominicana, que murieron por orden del gobernante dominicano Rafael Trujillo.
Pero fue el 17 de diciembre de 1999, a través de la resolución 54/134 de la Asamblea General de las Naciones Unidas que se declaró de manera oficial el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer.
A partir de ahí, cada 25 de noviembre “Día Naranja”, se toman medidas distintas encaminadas a promover y consolidar políticas públicas en el mundo que permitan la erradicación de todo tipo de violencia contra las mujeres.
“El Día naranja”, representa además una acción afirmativa y de gestión internacional que visibiliza esa estrecha línea que existe entre la vida y la muerte de un ser humano por el hecho de ser mujer. Pintar nuestro mundo naranja en honor a las incontables mujeres que mueren a diario por las desigualdades que las han puesto en una posición de desventaja, nos permite ponerle nombre al problema y buscar las decisiones acertadas para erradicar la violencia de género.
Patria, Minerva y María Teresa nacieron y crecieron en el seno de una familia rural acomodada en el paraje de Ojo de Agua, en Salcedo, el municipio más importante de la provincia que se rebautizó más tarde, y en honor a ellas, con el nombre de Hermanas Mirabal.
Como pocas mujeres de su época, las hermanas Mirabal eran “privilegiadas” económica y culturalmente. Fueron parte de una familia que apostó al estudio, al análisis de los procesos sociales y de la política.
Su amplia percepción sobre las desigualdades, fueron motor de su lucha por transformar las injusticias en justicia, y tender lazos que garantizaran la paz y libertad de la sociedad de la que formaban parte.
Estas mujeres, dedicaron gran parte de su corta vida en luchar por la libertad política de su país. Fueron coartadas de su libertad, intimidadas y torturadas, y sin embargo no dejaron de combatir contra un sistema que estaba matando a su pueblo.
La historia no ha sido justa para las mujeres. Las mujeres no están escritas en los libros de los grandes pensadores, de los grandes inventores, de quienes marcaron la historia. La imagen de la mujer pocas veces se relaciona a la de heroínas, guerrilleras, defensora de los derechos humanos.
Las hermanas Mirabal, son excepción, y son ese claro ejemplo de los preceptos de Sororidad y solidaridad: de la empatía y el amor a las y los otros.
El Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, representa una oportunidad más para viabilizar y reconocer la violencia desde una perspectiva más amplia, a partir de contextos de reflexión que aporten a los discursos públicos mayor consciencia sobre las desigualdades de género, y que marquen la agenda para impulsar estrategias a favor del adelanto de las mujeres y su derecho a una vida libre de violencia.
La violencia contra la mujer es consecuencia de la discriminación que persiste por razón de género, marcada fuertemente por un sistema de creencias y procesos culturales, que siguen reforzados tanto en leyes como en la práctica, y que afectan e impiden el avance de toda la sociedad en su conjunto.
De acuerdo a ONU Mujeres, hasta un 70% de las mujeres sufren violencia en alguna etapa de su vida. El 35% de las mujeres y las niñas sufren alguna forma de violencia física o sexual; y en algunos países esta cifra asciende al 70%.
En países de África y Oriente Medio, alrededor de 133 millones de niñas y mujeres han sufrido alguna forma de mutilación/ablación genital. Aún que en muchos países esta práctica está penalizada.
En México, la violencia contra las mujeres es una realidad que sigue alarmando en cifras, y que sigue limitando el desarrollo óptimo de las mujeres en los ámbitos públicos y privados.
Sonora desde hace años es uno de los Estados en encabezar deshonrosamente esta triste realidad. En nuestro Estado, como en muchos de nuestro país, la falta de compromisos de los distintos órdenes de gobierno sigue poniendo en peligro la vida de nuestras mujeres, niñas y niños.
Este 25 de noviembre sigue faltando mucho por hacer. Pintémonos de naranja por una vida libre de violencia.
Dulce María Esquer Vizcarra
Artículo publicado en Revista Mujer y poder. Ed. Noviembre 2016 www.mujerypoder.com.mx
Sobre la autora: Mtra. en Ciencias Sociales con especialidad en Políticas Públicas, por El Colegio de Sonora. Ex Coordinadora Estatal del Programa PAIMEF para prevenir y atender la violencia contra las mujeres. Colaboradora y ejecutora de distintos proyectos sociales y de estudios de género. Actualmente asesora en la Comisión para la igualdad de género en el Congreso del Estado.
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