Hace muchos años cuando estaba en el medio financiero y recién comenzaba mi carrera, tenía que vender un programa de información financiera en tiempo real. Un programa muy sofisticado que estaba de moda compitiendo con lo que ahora es Bloomberg.
Así conocí mucha gente en el medio financiero de los cuales se me abrieron algunas oportunidades para cambiar de trabajo. Uno de ellos me invitó a trabajar a su organización argumentando que yo era muy buena para vender. Tal elogio no podía ser pasado por alto, y cuando accedí, me topé con un gran obstáculo, este era un producto completamente diferente y ahora tenía que convencer a otros que confiaran en mi para que administrara sus carteras patrimoniales. Resultó no ser muy fácil y en muchas ocasiones frustrante y desgastante. Mi pregunta en aquel momento era si es cierto que soy tan buena para vender por que no estoy logrando cerrar ventas.
A lo largo de mi carrera como consultor, he aprendido muchas técnicas que me han permitido cerrar ventas y negociaciones de manera más puntual que hubiera querido conocer en aquel entonces. También me ha permitido entender, que no radica en el contenido de lo que ofreces si no en un todo a través de cómo proyectas seguridad y credibilidad al hablar, en tu lenguaje no verbal y en tu forma de comunicar asertivamente. He aprendido que para lograr vender, tiene que ser muy notable el beneficio para la otra persona y que el resultado es un ganar-ganar.
El otro día estuve con una persona que me compartió que lo habían elogiado por sus talentos y habían comentado lo admirable que era en lo profesional, sin embargo no lo habían seleccionado para una promoción. “¿Cómo? Si soy tan bueno porqué no lo logré.”
En ocasiones, no es tu talento el que está en juego, tus superiores ya saben qué sabes. Cuando llegas a ciertos niveles altos de la compañía, lo que miden es tu capacidad de liderazgo, de reaccionar en momentos de crisis, de lograr influir y persuadir a otros para saber si puedes liderar un barco. Es momento de hacer un examen de conciencia y analizar qué tan bien estás proyectando consistentemente esa presencia ejecutiva que permita que otros estén seguros que eres capaz de entregar resultados positivos en un siguiente nivel.
En el caso de la persona que me compartió su experiencia, todavía no sabemos si fue algo que no logró proyectar, si fue algo que en ese momento el entorno confabuló en su contra sin ser un tema personal. Aún así, por diversas circunstancias no obtuvo su promoción y eso no tiene que ver con sus capacidades o proyección profesional. Esas cosas suceden y lo que queda es no tomarlo personal, sino aprender y ver hacia delante para ver cómo podemos evitar que lo que está fuera de nuestras manos juegue en nuestra contra. Lo único que puedo concluir, es que ante el “No eres tu soy yo” tengamos las herramientas para enfrentarlo con entereza y aprender no derrotarnos ante el rechazo, sea lo que sea: un cierre de ventas, una promoción o un proyecto nuevo y de verdad creer que nuestro talento es único, solo hay que entender cómo lo estamos proyectando a otros y retomar fuerzas para seguir trabajando en conseguir metas que nos fijamos.
Foto ID 50115378 © Rancz Andrei | Dreamstime.com
Ale Marroquín es fundadora y directora de Imagen y Protocolo de Negocios especialista en personal branding. Se dedica a reinventar y posicionar la marca personal de profesionales, ejecutivos de alto nivel, emprendedores que quieren acelerar su potencial a través de su presencia ejecutiva. Ella está certificada por la Asociación Internacional de Consultores en Imagen como CIP (Certified Image Professional).
Acelerando el potencial de las personas.
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