Hace unos días, platiqué con un hombre sobre el amor mientras cantábamos canciones románticas clásicas, como “El amor de mi vida” de Camilo Sesto. El me cuestionaba con un poco de nostalgia por qué se terminaban las relaciones de pareja, cómo era posible que alguien hubiera sentido de manera tan intensa como para escribir esas canciones en momentos especiales de la vida y cómo esas canciones habían sido el “ruido de fondo” de muchas relaciones igual de intensas y sinceras que habían terminado con el final feliz de siempre (o al menos el final feliz para el que nos condicionaron desde la infancia): “una boda”.
Por qué ocurría que habiendo sido sinceros y sintiendo que aquella era la persona adecuada…de todas formas el final era inminente, me decía, y antes de que lo fuera, después de haber estado en el cielo, mirándose en los ojos del otro con pasión, se llegaba a la cotidianidad de compartir un cuarto de baño mientras uno estaba sentado en el excusado y el otro se lavaba los dientes…nos reímos mucho de ese comentario.
Volvió a ponerse serio y me contó sobre su abuela: “Ella si fue mujer de un solo hombre”. Yo le contesté que en mis planes estaba lo mismo pero que me sentía agradecida de no haberlo sido.
Ahora me pregunto ¿Cuántas mujeres habrá que crecieron soñando con ser “mujeres de un solo hombre”? Muchas más que hombres soñando ser “hombres de una sola mujer”, casi lo podría apostar. Porque estamos inmersos en un mundo en el que nos educan desde niñas para “darnos nuestro lugar y guardarnos virginales (o al menos así era en mis tiempos) a la espera del Príncipe Azul”; mientras que a ellos se les invita a “coleccionar trofeos”, a explorar entre “mujeres del montón” hasta encontrar aquella virgen pura que pueda ser una buena madre para sus hijos, un ama de casa capaz de cocinar bien y tener una casa impecable, entre otras cualidades.
En esta parte quizás estoy asumiendo cosas, puesto que hasta ahora no he sido capaz ( o no me han dado chance) de “penetrar en lo más profundo del alma de algún hombre”, no sé realmente qué piensan, qué quieren a largo plazo o si ellos mismos lo saben a ciencia cierta…
Lo que sí he reflexionado es por qué yo, y probablemente muchas otras mujeres, no hemos sido “mujeres de un solo hombre”. Simplemente no pudimos. También para nosotras se truncó un sueño.
No pudimos, porque el haberlo hecho habría significado callar nuestra voz interior, bajar nuestras expectativas, pisotear nuestros sueños y conformarnos con algo que no queríamos porque no nos hacía felices, porque no nos dejaba la libertad de ser.
No pudimos porque habría significado cortarse las propias alas y enseñar a nuestras hijas a vivir del mismo modo, mirándose siempre en otros ojos, trabajando por proyectos de otros (“Detrás de un gran hombre, siempre hay una gran mujer”), impulsando a otros, vaciándonos…
Nadie puede dar lo que no tiene, por eso el mandamiento más importante es “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
No podemos amar a otros y pasar por encima de nosotras mismas. Quizá se puede un tiempo o toda una vida, pero ¿a qué precio?
No envidio el “permiso” que tienen los hombres de buscar y buscar hasta estar completamente satisfechos, porque eso es cuento de nunca acabar…nadie somos perfectos ni estamos hechos a la medida de las necesidades, por lo menos las actuales, de ningún otro ser humano.
Aún con las relaciones con los hijos, que son irremediablemente para toda la vida (al menos para los padres y madres comprometidos), hay que irse moldeando y trabajar en la medida que crecen y van necesitando cosas nuevas, para poder seguir amándolos sin asfixiarlos, dejándolos ser, dejándolos avanzar…y fácil, lo que se dice fácil, realmente no es…el trabajo no acaba nunca.
Yo espero ser capaz de enseñarles a mis hijas a amarse ellas mismas por encima de todo, para que el día que inicien una relación, lo hagan desde el amor, desde la abundancia y no desde la necesidad, teniendo la certeza de que están completas, con o sin un hombre al lado. Espero con los dedos cruzados que encuentren un hombre que también se ame y se baste a sí mismo y que si es su sueño, ellas sí puedan ser mujeres de un solo hombre.
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