Para quienes tienen nostalgia por las dictaduras o añoranza de poderlas consolidar, les tengo una noticia: el siglo pasado nos ha dejado claros ejemplos de cómo construir dictaduras y sus efectos en la sociedad en general y en las mujeres en particular.
De las muchas opciones existentes, me concentro en dos que parecen ser inspiración de más de un líder contemporáneo en el mundo: Stalin y Hitler.
Considerando las diferencias entre cada uno de ellos y los regímenes que consolidaron, podría decirse que tienen en común, por lo menos, cinco características que cualquier gobernante con aspiraciones autoritarias puede llevar a cabo:
Vemos añoranza por este tipo de gobernanza en muchas latitudes. Ejemplos sobran: Alo Presidente en Venezuela es una muestra del culto a la personalidad y el uso de los medios de comunicación para la propaganda al servicio de Hugo Chávez. Desde esa tribuna criticaba a la oposición, a los medios no afines, a sus enemigos, justificaba sus decisiones y políticas y se convirtió en una herramienta de poder.
En América Latina sobran aspirantes a dictadores o dictadores tratando de modificar los sistemas que les eligieron democráticamente a su gusto y conveniencia.
En resumen. A los dictadores no les gusta dialogar, rendir cuentas, tener contrapesos a su poder, consideran que su autoridad moral está por encima de la ley, ven enemigos en todas partes y utilizan esta paranoia para justificar sus decisiones. Finalmente, consideran a las mujeres como objetos manipulables y sin derechos, seres molestos para sus proyectos y como botín político que puede ser usado cuando sea necesario.
Si conocen a alguien con estas características, compártanle este breve manual. Les puede ser de utilidad.
Pulbicado originalmente en Animal Político el 13 de marzo de 2024.
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