En cada puntuación, dejo pedazos de mi alma, sentimientos derramados en la tinta que quiere adueñarse del papel… con el deseo constante de que al término de las puntuaciones llegue la paz que yo misma me arrebaté …
Sigo en la espera de mi punto final.
“Tú y yo… ¿nunca nos quisimos?” Me pregunté, mientras unos tímidos trazos comenzaron a dibujar la historia sobre el papel…
Hace tiempo que quiero escribirte. Si me preguntas la razón por la que no lo había hecho hasta hoy, me sería muy difícil contestar.
Empezaría por decirte que en algún punto del camino me dejé dominar por la soberbia, a tal grado, que estaba segura de poseer la verdad absoluta respecto a lo que fue nuestra relación.
Sí. Hasta hace relativamente poco tiempo, estaba convencida de que la verdad mía era la verdad completa…
Y los días pasaron. Uno tras otro, como suelen hacer; golpeando o acariciando mi cotidianidad… de pronto, todo comenzó a girar en torno a ti. O, dicho de manera correcta: todo comenzó a girar en torno a mi relación contigo… Me parece que fue un llamado de mi conciencia, claro, nítido; que se hizo presente un día, cuando, pensando en voz alta, me escuché decir que no eres mala persona: eres como eres, punto.
Con mi partida y tu olvido gané, mucho más de lo que imaginé algún día; pero eso no hubiera sido posible de nunca haber existido esa relación…
De: Dignidad para Llevar, segunda parte (Los errores también cuentan).
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