Siete de veintidós. Esa es la proporción de mujeres que Donald Trump postuló al Senado para ser integrantes de su gabinete este 20 de enero, al asumir su segundo mandato no consecutivo como el 47° presidente de Estados Unidos. En un contexto donde los debates sobre inclusión y diversidad están en el centro de la agenda global, su administración inicia con una composición que refleja su visión del país, del mundo y su compromiso (o falta de) con la representación igualitaria y equitativa en el poder.
A lo largo de su campaña y en declaraciones previas, Trump dejó claras las prioridades de su administración: cerrar las fronteras, implementar políticas migratorias estrictas, eliminar programas de diversidad e inclusión (DEI) en la administración pública federal y desregular sectores clave como el ambiental y energético.
De las 22 personas presentadas al Senado este 20 de enero para ser ratificadas como integrantes de su gabinete, 7 son mujeres, lo que representa apenas un 30 % del total. Estas mujeres ocuparán posiciones clave, desde el Departamento de Justicia, hasta Seguridad Nacional, Educación y Agricultura.
¿Qué sabemos de estas mujeres y qué significado pueden tener sus nombramientos?
Empecemos por la distribución geográfica y demográfica. Predominan las representantes de regiones como el sureste y noreste, mientras que zonas con alta diversidad racial, como el suroeste, están ausentes.
¿Quiénes son estas mujeres?
¿Qué tienen en común? Tienen perfiles que destacan por su alineación con la agenda de Trump. Varias han sido leales a su administración y campañas, y comparten una visión que prioriza políticas para “hacer a América grande de nuevo”. Predominan las mujeres blancas con ausencia de representación significativa de comunidades afroamericanas o indígenas. La presencia latina está en Lori Chavez-DeRemer. Si pudiera sintetizarse en pocas palabras, el gran común denominador es su lealtad al presidente Trump.
Si bien aún no han tomado decisiones y hará falta tiempo para analizar sus decisiones, sus nombramientos deben interpretarse en el contexto de la agenda de Trump. La gran pregunta desde una perspectiva de género es: ¿Qué harán ante la decisión de Trump de eliminar los programas DEI, firmar la orden presidencial que afirma que sólo existen dos géneros: hombres y mujeres y “Defender a las mujeres del extremismo de la ideología de género y ...”?
Las instancias y secretarías que ellas presidirán en áreas como seguridad, justicia y educación, entre otras, tendrán implicaciones profundas para las mujeres y las minorías y grupos en situación de vulnerabilidad en Estados Unidos, y también afectarán las decisiones, programas, financiamiento y acciones a nivel internacional.
El impacto de estas mujeres en el gabinete de Trump no se medirá sólo por las políticas que lleven a cabo y propongan, sino por si se convierten en ejecutoras silenciosas o cómplices de una agenda que desmantela décadas de avances en derechos humanos e igualdad de género o si utilizan su posición para moderar, reinterpretar y tal vez, desafiar los extremos de esa agenda. La historia no juzgará únicamente las decisiones de Trump, sino también el rol que estas mujeres jugarán en un momento crítico para la representación, la diversidad, la inclusión y la justicia social en Estados Unidos.
Hoy, más que nunca, la pregunta no es si tendrán el poder de influir, sino si decidirán ejercerlo.
Publicado originalmente en Animal Político el 21 de enero del 2025.
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