Mil y una historias pasan por su mente,
todas ellas preparadas para hacer daño.
Provocadas con el único fin de separar
a quienes se aman, por conseguir dinero.

Convence al hombre débil y lo convierte
en títere de sus turbios deseos de cazadora.
Utiliza su sutil voz de niña buena,
sabiéndose una serpiente anaconda.

Su triunfo, de verlos separados, rompió
el corazón de quién realmente estaba enamorada.
Nada la detiene, su mirada de cazadora, fija en su presa,
la hace ganadora una vez más…

Su maldad nacida de la debilidad de su padre,
la hizo dueña de su propio infierno.
Nada es eterno en la vida, ni la maldad, ni la mentira,
NI LA SOBERBIA…


María Victoria Campos Pérez

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