Gracias a la vida…

Tengo un montón de bendiciones encima… pero la de hoy, al ser aniversario, es la que toca.

Hace más de tres décadas, mi padre y mi madre nos notificaron que estábamos esperando un hermanito/a.  A los tres hijos de veinte, veintiuno y meses y veintitrés… se nos cayó el pelo de susto. Le habían dicho apenas a mi madre que si incurría nuevamente en maternidad, seguro moría de un torzón.

Cuidaron, empollaron y esperaron lo mejor de esa gestación. Mi má floreció, mi pá se mantuvo muy cerca, solidario. Ambos estaban bien asustados de lo que podía ser pero lo enfrentaron de la mano.

Hace treinta y un años, a esta hora, todos estábamos de fiesta. El tan procurado parto natural y sin anestesia terminó en cesárea porque el bebé dio tantas maromas que estaba todito enredado en el cordón.

Aquello que mi madre creyó menopausia se llama Andrea. Salió bordada a mano, llegó a la vida llena de bendiciones, cayó en un hogar que la bienvino, la apapachó (y le dio mucha lata: la nena tenía padre y madre, un “padrasto” hermano y dos madrastras brujas (sus hermanas mayores).

Todos tuvimos qué ver, todos encajamos hombro, espejeamos y dimos lata.

Hoy, ella cumple treinta y un años.

No sé para mis hermanos, pero de alguna manera práctica, ella es mi primogénita.

Viendo a mis pás criarla se me quitaron muchos miedos. Bañé a mis bebés sin terror de ahogarlos o romperlos. Pensé dos veces si valía jugar toda la noche para no traumarlos. Entendí que de cólicos no muere un neonato, que sobrando amor y no faltando límites, los hijos crecen bien, florecen bonito.

En fin, Zapato mío muy amado de mi corazón. A ti, a mis pás, a lo que la vida trajo para todos contigo:Gracias. Feliz cumple, mujer hermosa. Te quiero y te envío mi gratitud y mis bendiciones.