Y en plan centurión bíblico piensa "una palabra suya bastará para alocarle el alma", unas breves líneas que saludan o cuentan chistes o comparten letras le hacen soltar las riendas de su desequilibrado hipotálamo que viaja infinito hasta un futuro poco probable y que liberan sustancias químicas confusas, carentes de congruencia y como siempre muy fuera de la realidad.
Ya hizo en una hoja de memorandum una tabla de pros y contras como decía la Cosmo y la Vanidades, por supuesto ganaron los puntos en contra, también se fue a leer las cartas con una bruja que le espetó muy seriamente "eso de ninguna manera prosperará" y terminó con una letanía inentendible bañada con agua de rosas y un circulo de canela a fuego vivo pintado en el suelo.
Escribió todos los motivos válidos para poner tierra de por medio y a modo de remedio casero evita las alocadas carreras a media tarde en las que sorteaba el frío, el calor, el tráfico y el tiempo para jugar a las escondidas.
Entonces venía la tranquilidad y la vida sin sobresaltos y caminaba con las expectativas apaciguadas y las ganas canceladas, sin embargo esos tampoco eran días tan felices y su vida era como pasar frente a un aparador brillante y lleno de zapatos lindos y no poder adquirir ninguno, una y otra vez, dando círculos como un perro buscando un buen lugar para morir.
Y cada día se preguntaba la formula ideal para desandar los caminos, borrar las palabras y las letras de canciones, para olvidar un nombre y todas sus historias, para eliminar las palabras y sepultarlas con silencios, para borrar por completo una historia que jamás inició.
Se cuestionaba una y otra vez si el dueño de sus locuras matinales y vespertinas le pasaba lo mismo, establecía diálogos con el espejo para convencer a su reflejo de que todo era una fantasía mal escrita, salía entonces renovada, brillante y con el corazón recién lavado con clarasol, pero ahí estaba esa mortecina, vibrante y promisoria luz del celular que parpadeando tortuosa le informaba de un nuevo mensaje.
Entonces todo comenzaba de nuevo, ese eterno "le contesto o no", " a qué estamos jugando" , "por qué no me dice ya de una buena vez qué rayos quiere de mi" para contestar con una sencilla carita y un "buen día".
Y luego, a darle nuevo con el mismo proceso y su corazón procesando las ideas cual molino de nixtamal, convirtiendo la entera masa de sus emociones en bonitas, perfectas y redondas figuras que pudiera comprender y que invariablemente acabarían formando el montón de eternas preguntas sin respuestas.
De nuevo el eterno devenir de mariposas en el estomago, algunas muertas y otras tantas ataviadas de negro -si de las negras, porque las de colores viven en las panzas de las princesas que aún creen en los cuentos de hadas- y esa eterna sensación de sentirse viva, despierta, con los ojos bien abiertos en espera de una poco probable e ilusoria señal.
Lo único aplaudía de toda aquella parafernalia de emociones eran esas eternas mariposas, que muertas o no, aún la hacían vibrar.
Twitter: @miss__ovarios
http://mariangel-elovario.blogspot.mx/
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