Siempre están ahí en cualquier esquina, en algún rincón, por alguna calle, omnipresentes, necesarios y de muchos tamaños y formas; si, son los zapatos que llegan siempre envueltos, olorosos y muy nuevos guardaditos en una hermosa caja vistosa; así vienen ellos, los amores, también necesarios, también amados y siempre útiles.

Por lo general, a los zapatos, los saco al instante de su caja, los huelo, los miro y me los pruebo y me bastan solo unos cuantos pasos para saber si me sacarán ampollas, lastimaran mis nacientes juanetes o curtirán mis talones, con un paso sé si podré dar muchos más o si me 

quedaré sentada con la pierna bien cruzada para sólo presumir unos hermosos zapatos disfuncionales.

Las tiendas, los catálogos y las calles están repletas de zapatos, stilettos hermosos, tacones imposibles, tennis de colores varios, botas para el frío y chanclas para el agobio.

Y es que vi unos zapatos primorosamente envueltos y de diseño decente que aseguraban en la leyenda de su hermosa caja que los podías portar ocho días de la semana sin pena y con mucha gloria, también decía que eran como guantes, que no cansaban y que además ofrecían un soporte sin igual y así, con esas mismas características, bajo esos mismos preceptos buscamos las mujeres a nuestra pareja y tardamos relativamente el mismo tiempo en elegir un buen par de zapatos que un buen par de hermosos..."ojos". 

Así que al igual que con los zapatos, a los posibles amores los miramos por la calle y sabemos casi al instante si te harán o no daño, unos son imposibles y sabes que a la primera te lastimarán y que acabarás invariablemente, como cuando te pones algún par de zapatos que compraste por impulso, cambiándolos por las chanclas cómodas de siempre.

Y sabes también que si los llevas a una noche de fiesta y desenfrenos varios, podrás cerrar la noche irremediablemente descalza debido a que las promesas sólo se quedaron en eso y ahora, tras una noche de juerga, causan un dolor insoportable, así también con los amores.

Va una por la vida recorriendo aparadores, eligiendo nuevos tonos y formas, imaginando como sería la vida al portar estos o aquellos, los de tacón, los bajos, los vistosos, los cómodos, igual que con los hombres.


Habrá algunos que ames a primera vista, pero al usarlos sabes que nunca podrás aguantar de manera cotidiana, aun así te los hechas encima y haces ejercicios de soporte, y con las extremidades llagadas pero felices andas por la vida con ese nuevo par que ni te queda, que ni se te ve bien, pero que por capricho, por amor propio o por ego, decidiste tener ad ovum (en latín).

También están los eternos, los rotos, los feos, pero los más cómodos y los más queridos, esos que buscas frenéticamente al llegar a casa, los que invariablemente acaban por cubrirte con el manto de una comodidad muy cercana al cenit de la felicidad, ya que siempre están para ti, pero que jamás llevarías a una fiesta o a tu trabajo, pero es tanto y tan fiel tu amor hacia ese par que podrías caminar por el mundo cubierta por ellos y los buscas ya por amor, ya por comodidad, ya por costumbre.

También me aventuro a decir que hay zapatos de uso rudo, para la fiesta y para limpiar la casa, con los que acabas llorando en algún recoveco de tu hogar por alguna tontería y que jamás de los jamases tirarías  aunque estén viejos, o rotos, siempre hay modelitos que más que funcionales y cómodos les guardas un amor casi enfermo.

Sin embargo, los otros, esos de catalogo, de plástico, sin historia ni memoria, ese par que ofrece sólo un placer momentáneo y que te quita los apuros y las ganas, al primer maltrato se les deja, son reemplazables y no se detiene una a pensar en repararlos, ni siquiera se llora su ausencia e invariablemente llega otro par te hace la noche o el día, así de efímeros son los placeres del calzado pero bien vale la pena el cambio por el puro gusto.

Amo todos los zapatos, en todos sus colores y formas, se reconocerlos y reconocerme en ellos, y sé que aunque adoro el calzado fino, de piel y con diseño innovador, siempre llegará a buscar mis viejas chanclas, esas que desde la primera vez supe que me acompañarían para siempre, así también espero a encontrar un hombre, para dejar de gastar  mi alma en la compra de un ilusorio placer de unos tacones bonitos.

Twitter: @miss__ovarios
http://mariangel-elovario.blogspot.mx/

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