Otra vez me tuve que preparar yo sola el desayuno, unos huevos con tocino y champiñones, por aquello de agregar vegetales para engañarme con el cuento de la buena salud, también hice café sólo para uno, sí, de nuevo, porque ya te estás tardando mucho en llegar, porque no se si valga la pena preparar dos o más (nunca tengo visitas) y porque también sé que otra vez acabaré bebiéndome yo sola un litro entero de café que acabará de quebrar mis huesos.
Al levantarme no advertí más olor que el mío, un poco de perfume pirata aderezado con tabaco y en mi boca el tufilllo certero de quienes saben que no besarán a nadie; ahora que llegues con algunas de tus manías muy soportables a mi vida, prometo con el corazón, si es que todavía lo hallo, no llenarme la cabeza de excesos y cuentos de soledades eternas.
Me desperté sola en esa cama grande que compré luego de un mal amor y una de muchas mudanzas, a veces me queda pequeña, pero otras tantas, en especial este día, me sabe mal tu ausencia, hubiera sido bonito amanecer con los primeros rayos del sol rindiéndole tributo a alguno de esos dioses livianos y llenos de excesos, pero otra vez no atinaste a llegar.
La víspera llegué a casa aventando botas y pantalones, me enfundé un pijama poco sensual con las esperanzas recién muertas al no verte ahí, sentado en el sillón fumándote una cosa y bebiendo un whisky, esperando a que llegara de mis andanzas o apenas volviendo de las tuyas, no, el sillón otra vez está vacío y mi corazón ya extraña tus ausencias, aun antes de conocerte.
¿Será que también piensas en mí cuando hay luna llena? La miras de frente rogándole a los dioses, a todos, porque ya no estamos en edad de entrar en remilgos espirituales, conocerme de una buena vez y unir de cualquier modo nuestras vidas para hacer lo que hace la gente común, cosas como planes a futuro, viajes y cenas con nuestras respectivas familias políticas y todas esas situaciones que durante años me he negado a hacer.
Me gusta imaginarte sentado en alguna banca de la ciudad, maldiciendo al destino que no ha tenido a bien hacernos coincidir, quizás también un poco culposo por haberme puesto el cuerno con muchas, esperando encontrarme entre las piernas de alguna de tus nuevas conquistas; no, reitero que no era yo, porque me empeño a pensar que cuando ese momento llegue, ambos lo sabremos.
Podría ser así, una noche de esas bien llenas de excesos y desesperanza, con los ruidos del mundo silenciando el canto de las estrellas, tú y yo cruzamos miradas, yo traigo las botas que desde hace semanas no me he quitado porque estoy empeñada a seguir buscando tu rastro y tú con el eterno saco de pana que te quita los fríos que te causan mis ausencias.
Sabremos que nuestras esperas concluyeron, pero haremos de cuenta que somos una conquista más y nos iremos a algún lugar lejos del mundo para escuchar a las estrellas que nos cuenten que la búsqueda ha terminado y fingiremos no oírlas, nos desharemos torpemente de la ropa, pero no de los miedos y haremos el amor fingiendo que es sólo sexo casual, todo embonará perfecto y nuestros ojos, ajenos primero entre sí, comenzarán a recocerse las vidas pasadas y las magias oscuras que nos mantuvieron separados.
Luego todo fluirá como imagino que fluyen esas cosas, algunas salidas de rigor, las fotos colgadas en redes sociales con nosotros abrazados con un fondo de luces de fiesta, validando el amor como se hace en estos tiempos, con likes y viviendo cada día historias secretas que sólo nosotros sabremos que tejemos, viejas complicidades de cuando robamos un yogur en el súper o del día en que en casa de tus papás nos escapamos al baño para hacer un rápido amor.
Habrá que comprar una cafetera nueva, la que tengo es individual, aunque creo que si a esas vamos, también tendría que desocupar espacios míos para hacerlos tuyos, tirar esa chamarra que algún novio de esos de una sola noche ha dejado en mi casa, no me gustaría que vieras que no lo he pasado tan mal sin ti, buscar el amor entre los hielos de un vaso de whisky también a veces tiene su encanto.
En tanto, insisto vehementemente en que ya te has tardado bastante, tenemos ya poco más de un cuarto de siglo y ya creo que los dos hemos vivido lo suficiente como para saber reconocer las perlas entre la mierda que emana del mundo, así que considero que por esta vez y a modo de tregua, beberé ese litro de café yo sola…
Con una promesa cósmica tuya de que un día lo compartiremos, y sabremos entonces, que el mundo es bueno.
Tomado de mi participación en: http://elacorazado.net/una-carta-al-amor-de-mi-vida-que-todavia-no-...
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Comentario
leyendote, me dejaste con palabras que no quiero escribir ehehe bueno! abrazo Mariangel
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