Quedarme con las ganas de no tenerte tantas ganas, de ser eternos unas horas para luego no extrañarnos durante días.
Ser un poco menos silvestre y andar en la vida tan campante, como si no me hiciera falta respirar tu aire y entonces me robo un poco del tuyo cuando me besas, para así fingir durante tus ausencias que no necesito tus palabras.
Dejar que te quedes un poco en mi para pensar que entre las ramas de mi ser hay una pizca del tuyo, que tu recuerdo se funda con el mío en los días de frío y que llene cada uno de mis alvéolos con tu nombre.
Y las letras abandonan mis papeles y soy incapaz de escribir otra historia que aquellas que te cuento más entre llamadas breves que entre las sábanas, de esas letras que me saltan en la vida cotidiana y que ayudan a estar un poco mejor parada en el mundo.
Morder un poco de tus sueños y guardarlos en mi memoria para cuando los míos anden de vacaciones y me hagan falta tus visiones.
Somos de esas historias lejanas y efímeras, que tuvieron principio y que no se sabe el final pero al paso de los años se adivina, porque hay promesas que se miran tan lejanas como la llegada de la quincena.
Porque nuestras vidas se tejen en diferentes telares y aun asi pretendemos que cualquier día y sin avisos logren conjugarse tan fácil como un niño de primaria conjuga al dedillo los verbos aprendidos a rajatabla en el colegio.
Y aún con la certeza de que somos y no, de que estamos y quizás mañana no seremos tatuada en el cuerpo, necesitamos saber que a muchos muchos kilómetros estamos, cada uno en un abrazo eterno a nuestras soledades, respirando aires compartidos e imaginarios, suspirando nuestros nombres e ignorando olímpicamente todas las predicciones.
Twitter: @Miss__Ovarios
http://mariangel-elovario.blogspot.mx/
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