Hay palabras que se reducen a una mirada, abrazos ausentes que de tanto guardarlos se pierden en el tiempo, en el baúl de las cosas que no se dicen y que de tanto desearlas se vuelven una sombra.
Existen caminos que nunca caminamos por miedo, por la gracia de saber que siempre tedremos veredas plácidas y cómodas, por la incertidumbre de no llegar a ningún lado, por miedo de llegar y que no te guste el final.
Así como la mujer casada, que en su bata rosa de algodón mira como se alejan los hijos al colegio y el marido a la oficina a verle las consabidas piernas a la carnosa secretaria y la "señora" se queda triste, ya no por su destino, sino por su incapacidad de inventarse uno que le dure de nueve a cinco.
O la mujer que corre desmañanada con la panda de hijos, "los que dios le envió", tras el convoy del metro que se le acaba de ir y apretujada con rastros de torta de tamal en los labios se lamenta no haber sido "lista" por no conseguir un marido que la mantuviera.
También esta la "solterona" que tiene ácidez en el corazón y reflujo en el alma, que se la pasa regurgitando sus cuitas, incapaz de salir al mundo con toda la candidez que da la libertad de no tener a quien darle explicaciones.
Están las demás, las que son señoras de la casa y también corren tras el metro; las que miran el pasado con la nostalgia que da el olvido, las que siguen corriendo sin medir sus pasos, sin tener un rumbo fijo y sin poder respirar.
Cada una con su amasijo de secretos, con ganas de gritarle al mundo lo que realmente es y nunca se atreverá a decir y solo limitándose a sonreir cruzando sus dedos en el regazo, mordiendose los labios con la idea siempre volando solo en su cabeza.
Es por eso que la cabeza de las mujeres es una bonita caja de pandora, es por eso que las mujeres somos muchas en una y es por eso que cambiamos con la luna, no son las hormonas como dicen los doctores sino solo la bonita consciencia de las metamorfosis constantes en las que vivimos.
El reto es saber mirar, consentir, amar y respetar el reflejo de todas esas mujeres frente al espejo, sin callar a una para que la otra hable, sin matar a otra para que las demás se llenen de vida
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