Una persona fiel, según el Diccionario de la Lengua Española, es aquella que que guarda fe, o es constante en sus afectos, en el cumplimiento de sus obligaciones y no defrauda la confianza depositada en él o que que tiene en sí las condiciones y circunstancias que pide el uso a que se destina. En otras palabras, una persona fiel es aquella en la que se puede confiar porque es constante, se sabe lo que puede esperarse de ella y es clara respecto de sus acciones.

Normalmente cuando hablamos de fidelidad, en nuestra sociedad y cultura, se piensa de la fidelidad que una persona le debe a otra, principalmente, en una relación de pareja. "Le fue o no le fue fiel a su espos@, novi@, amig@." No deja de ser sorprendente, y a la vez clarificador, reconocer que en esta cultura nos han enseñado que la fidelidad siempre es en relación a alguien o algo más, no respecto a nosotros mismos.

La pregunta de esta entrada tiene que ver con esta última acepción: serse fiel a uno mismo. ¿Eres fiel a ti mismo, a lo que quieres, honras, amas, crees? Suena extraña la pregunta planteada en estos términos, ¿no? En ese sentido, la fidelidad que una persona le guarde a otra pasa a un segundo plano. Evidentemente, una persona que no se es fiel a si misma difícilmente podrá serlo a otra persona y sus actos hablan más de ella que de el daño que le quiera hacer a la otra persona. En última instancia, no engañana a su pareja más de lo que se engaña a si misma. (Comprendo que este es un tema muy sensible y que bien amerita otra entrada, pero no es el tema central que quiero tratar hoy aquí.)

¿Por qué exigimos fidelidad de alguien más cuando nosotros no somos capaces de honrar aquello en lo que creemos? ¿Cuándo fue la última vez que te hiciste esta pregunta? ¿Te la habías hecho? ¿Eres constante en aquello que consideras importante para ti? ¿Cuidas los valores, ideas, acciones, actitudes que tienen valor para ti? ¿Dejas que alguien pase por encima de lo que tu consideras importante o relegas tus intereses a un segundo plano en aras del bienestar de los demas? ESA es una forma de infidelidad; de infidelidad a ti misma. ¿Hasta cuándo piensas defender lo que es relevante en tu vida? ¿Hasta que sea importante para alguien más y entonces si te sentirás validada porque alguien más lo consideró digno de ello?

Nunca es tarde para reconsiderar este concepto y darle un nuevo sentido en nuestras vidas. La fidelidad, es antes que nada, una actitud que nos debemos a nosotros mismos. No tiene que ver con lo que otras personas hagan o dejen de hacer; pueden indignarnos, molestarnos, herirnos, pero sus acciones hablan de ellos. La fidelidad primera es siempre con nosotros como seres íntegros y depende de nosotros y de nadie más, hacerla valer.

Volviendo a la pregunta inicial: ¿Eres fiel? ¿Cuál es tu respuesta?

Imagen:ibizhotels.com

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Comentario de María el septiembre 16, 2009 a las 1:29am
Esta entrada me llega en buen momento eh... Yo creo que no soy fiel, porque no soy siempre fiel a mí misma. Recién me he fallado, al tener sexo sin protección. Yo trabajo en relación al tema, proporciono información para que OTRAS personas se cuiden y se hagan responsables del ejercicio de su sexualidad. Y yo, recientemente, me fallé a mi misma. Así que desde esta experiencia, comparto que en efecto la fidelidad se guarda primero a sí misma/mo, para poder comprender que un acto de fidelidad, es el reflejo de un sentimiento de amor. Y por supuesto, me queda claro que hay momentos de debilidad, de inconsciencia momentánea, de dejarse arrastrar, de no querer pensar por evadirse, aún cuando lo que hagas, sepas desde tu estado cerebral del intelecto, que no está siendo correcto. ¿cómo entonces, puedo pedir o esperar que alguién -en un contexto de pareja- guarde fidelidad a su compromiso, o sentimiento hacia mí? PERO, también reconozco, que esta experiencia me hace ver que el ser humano es así de frágil, de cambiante y no pretendo ahora culparme, ni castigarme, todo lo contrario. Al poner este sentimiento al descubierto, empiezo a sanarlo y a crear un nuevo compromiso conmigo misma y tal vez, una nueva forma de crear entendimiento hacia los actos de los/las demás. Un abrazo, María

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