Como Cenicienta y su madrastra
me siento entre dos mundos diferentes,
cada uno interpretando un papel inevitable
ante una sociedad que nos divide.

Un momento, dos personas y un mismo juego.
un silencio, que se dio al conocernos,
una gran distancia emocional y tu partida.

Mi fantasía irracional por alcanzar lo imposible,
intentando ser distinta, me llevó a experimentar
mi instinto y la lujuria pasional que has desprendido
en mí, me hizo revivir de tanta muerte.

Fui tu Cenicienta, que a media noche
pierde su zapato; fui una desconocida
que compartió un momento a tu lado
y se convertirá en otro recuerdo.


María Victoria Campos Pérez.

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