La falta de independencia económica impide que las mujeres rompamos dinámicas de agresión

Con motivo del 25 de noviembre, que nos recuerda la incansable lucha contra la violencia hacia las mujeres, la cual se manifiesta de muchas maneras, algunas menos visibles que otras, incluso tan veladas que no se perciben, quiero referirme a una de las menos advertidas por su normalización, que se expresa a través del control económico o patrimonial.

Este tipo de abuso ocurre cuando se nos restringe el manejo del dinero en el hogar o de los bienes que son de nuestra propiedad; cuando se nos pide explicar en qué usamos nuestros recursos; cuando se impide nuestro crecimiento profesional o laboral; cuando se nos paga menos que a los hombres por la misma actividad, entre otras acciones que limitan nuestra autonomía.

Las cifras que reportan esta forma de violencia son alarmantes y muestran su arraigo en nuestra cotidianidad, pues 13.4 millones de mexicanas la han padecido en algún momento, es decir, 29 por ciento del total de las mujeres de 15 años o más, según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares 2016, del Instituto Nacional de Estadística y Geografía.

La falta de independencia económica impide que las mujeres rompamos dinámicas de agresión, por miedo a no salir adelante nosotras mismas.

El emprendimiento, sumado al aprovechamiento de las tecnologías, puede ayudar a superar esta situación de sujeción, y propiciar alternativas de desarrollo.

No obstante, para que dicha actividad impacte en un crecimiento individual y colectivo, particularmente de las mujeres, es necesario que los gobiernos brinden condiciones e incentivos para su realización y sostenibilidad en el tiempo.

En el caso de México, de acuerdo con un estudio sobre emprendimiento femenino del Instituto Mexicano para la Competitividad, si bien a marzo de 2021, las emprendedoras representaban 26 por ciento del total de las mujeres ocupadas; 82 por ciento de ellas (ocho de cada 10) operaban en la informalidad.

La Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del Inegi confirma que, en el primer trimestre de 2021, las emprendedoras formales ganaban en promedio 2.5 veces más (nueve mil 535 pesos por mes) que aquellas que estaban en la informalidad (tres mil 707 pesos por mes).

La formalidad debe ofrecer ventajas como beneficios fiscales, acceso a financiamientos, garantías de seguridad, facilidades para hacer trámites, y la posibilidad de ampliar mercados y de incrementar los ingresos.

A propósito del Día Internacional de la Mujer Emprendedora, conmemorado el pasado 19 de noviembre, es oportuno plantear la necesidad de impulsar el emprendimiento a nivel país, no solo como una salida virtuosa para frenar la violencia de género, sino para promover el desarrollo económico y social.

Como diría Sheryl Sandberg, directora de operaciones de Facebook: “La meta es trabajar hacia un mundo donde las expectativas no están fijadas con base a los estereotipos que son un lastre, sino por nuestra propia pasión, talentos e intereses”.


Fuente:

"Emprender contra la violencia económica de género", Columna Invitada, El Heraldo de México, 23 de noviembre de 2021, disponible en:https://heraldodemexico.com.mx/opinion/2021/11/23/emprender-contra-...

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