Sí, el infierno es nuestra propia ira, es un fuego que nos hace arder por dentro y nos lleva a actuar impulsivamente, hoy, aquí y ahora. Hay personas que creen que el infierno se vive aquí en la tierra, podemos decir con toda certeza que no solo está aquí si no que se encuentra dentro de nosotros mismos, alimentándose de nuestras emociones más oscuras y violentas, ya que al dejarlas crecer inhibimos la presencia de emociones positivas como lo son la tolerancia, la compresión y la empatía.

Hay una frase que me ha acompañado a lo largo de la vida: “fluye como el agua, pues si te estancas te pudres”; así de sencillo, si nos detenemos o bien si nos aferramos a algo nos quedamos estáticos y en el caso del agua se enlama.

Jorge Sinay nos dice que el apego es una actitud que nos deja encadenados al pasado, mientras tanto la vida continúa sucediendo.

Niñez, adolescencia, madurez, vejez. Primavera, verano, otoño, invierno. Amanecer, día, atardecer, noche. Siembra, cosecha.

Nuestra existencia será más armónica si acompañamos estos ciclos naturales.

Cuando así no ocurre, la vida no fluye, sus aguas se estancan.

El apego a una relación, a una costumbre, a un espacio, a una actividad, a una idea, a una práctica, puede llegar a ser tóxico o disfuncional.

El arte de soltar consiste simplemente en escoger el equipaje NECESARIO para nuestro andar por la vida, descarta lo innecesario, quédate con lo realmente valioso.

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