Para ser muy honesta, iba a escribir de otro tema, no pensaba dedicar tiempo a la muerte de Chespirito porque para mí, en mi muy particular punto de vista, no es alguien que influyera en mi vida y claro, como todo ser humano, es una lástima su muerte, pero, creo que el señor ha sido muy afortunado en morir en su casa, rodeado de su familia y sobre todo, rodeado de amor.

Mi relación con Chespirito no duró casi nada. Desde chica, mi papá y mi mamá, como lo he dicho (y agradecido) incontables veces, priorizaron una educación en la que mis hermanos y yo cuestionábamos todo lo que veíamos/aprendíamos/leíamos así que obviamente, la televisión no resultó la excepción, así que crecí como una niña que no sólo se sentaba ante la televisión y se convertía en receptora de esos mensajes, si no que la analizaba, comparaba y platicaba esa realidad retratada a través de los ojos de los y las productoras y luego, la comparaba con la realidad que yo tenía en mi comunidad.

El primer recuerdo que tengo de él, es con el Chavo del 8 y la verdad, fue de las peores experiencias porque yo me solté a llorar y llorar y llorar porque me parecía tristísimo ver que un niño, huérfano, era maltratado por todos en esa vecindad y que nadie, pero nadie, se ocupaba de él. Le pregunté a mi mamá si podíamos adoptarlo y entonces ella me respondió que no, que el chavo no existía y que sólo era un personaje. No recuerdo que edad tenía yo, pero sí creo que en ese momento decidí que era una crueldad exhibir en televisión el maltrato a un niño y que aparte, a la gente le pareciera gracioso.

Bueno, pues heme aquí, a miles de años después de esa decisión y me sigo encontrando con lo mismo, puse en mi Twitter y Facebook que a mí nunca me gustó Chespirito porque siempre he encontrado inadmisible el maltrato infantil y me llovieron mil críticas, en la que la más leve, consistió en decirme que soy una amargada, cosa que he de decir, es un adjetivo al que estoy habituada, porque en esta sociedad, el ser sensible y pronunciarte por los derechos humanos, casi siempre es considerado ser una persona amargada. No puedo evitarlo, me educaron leyendo a Mafalda y de las cosas que más me recalcaban de chiquita, era esa carta de los derechos de las niñas y los niños que editó UNICEF con los personajes de Mafalda, Manolito, Susanita, Guille y Felipito, así que desde MUY chica aprendí que lo que le pasaba al Chavito, era un claro y brutal maltrato.

Lo que más me asusta, es el grado en el que hemos normalizado la violencia hacia los niños y las niñas, muchas veces, he dicho que los golpes, los gritos y las descalificaciones es maltrato infantil y de inmediato se me han volcado con el pensamiento reduccionista y “adultocentrista” de “es que no eres mamá, el día que tengas hijos o hijas entenderás que una nalgada, a veces, es necesaria”…JAMÁS…espero de todo corazón, en mi vida llegar a pensar así. Lo digo desde el lugar privilegiado de que EN LA VIDA recibí una nalgada en el que considero que los gritos sólo demuestran la falta de argumentos.

No he sido mamá y ni siquiera sé si lo voy a ser, pero tuve el gran privilegio de ser parte MUY activa en la crianza de mi sobrino Emiliano desde los 5 meses hasta los 7 años y créanme, que me quedó muy claro eso de que madre o padre no es sólo quien engendra, si no quien cría y da amor y guía y eso me ha tocado experimentarlo en carne propia con mi Tía Monilla que si bien es cierto que no me parió, es mi mamá y me atrevo a decir que no sé distinguir entre el amor que le tengo a mi mamá biológica y a mi tía que, ante la muerte de mi mamá, es quien nos ha procurado el amor y el cuidado que sólo ese cariño de madre sabe dar.

Con Emiliano cuidé SIEMPRE no perder el control, soy muy enojona y desesperada y para ser sincera, mi decisión de no tener hijos o hijas tiene que ver con el miedo profundo a no hacer bien el papel de madre y terminar lastimando a mi hijo o hija, pero ahí con él, ante lo que había ocurrido, ni siquiera tuvimos tiempo de reaccionar cuando ya estábamos él y yo , ahí, en esa aventura que si bien en ningún momento resultó sencilla, es el periodo de mi vida del que más me he sentido satisfecha. Nadie te prepara para que el corazón te crezca de esa manera para albergar tanto amor, es increíble, pero también, para como soy, estuve consciente TODO el tiempo de que cualquier palabra o acción mía, era la que iba a marcar, o inclusive, definir, toda su existencia.

Y llegaron esos terribles años en que por desarrollo psicosocial se considera “normal” que los niños y las niñas hagan los llamados “berrinches”. Y nada…absolutamente NADA me había advertido de eso…así que pedí ayuda de psicólogos y psicólogas para de esta forma me enseñaran a encausar esa ira que el niño presentaba  pero sobre todo, el que alguien me enseñara a que yo no perdiera el control y poder educar sin golpes. No juzgo, de verdad no juzgo, porque enserio que sí, hubo infinidad de veces que me daban ganas de darle un manazo, o pegarle un gritote o de en vez de explicarle las cosas decirle “porque yo digo y me tienes que obedecer”.

Todo el tiempo, aún en esa terrible etapa del berrinche, tuve claro que mi sobrino, así chiquito, también es persona, y con eso tengo yo para entender que está protegido por la declaración universal de los derechos humanos donde en su artículo 5 señala que ninguna persona debe ser sometido a tortura, ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. No exagero…creo que cada quien necesita revisarse qué es lo que considera un trato cruel y denigrante (esto incluye palabras, gestos, amenazas etc)…pero también, considero que a veces se nos ha olvidado que los niños y niñas gozan de una protección especial a través de la Carta de los Derechos de los niños y las niñas…no es venir a decirles cómo deben de educar a sus hijos e hijas, pero creo que es necesario hacer un auto examen de conciencia.

En fin, creo que sí, es válido que me digan que no soy madre, pero también creo que es válido el hacer un alto y revisar que es lo que transmitimos como educación y sobre todo, aunque nos duela, hay que desmitificar a esos íconos de la televisión que luego sentimos intocables…y dicho sea de paso, yo si hubiera denunciado a Don Ramón por maltrato infantil.

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Comentario de ANA ROSA ABRAHIN el diciembre 3, 2014 a las 4:37pm

EXCELENTE!!! gracias por mostrar que se puede ser entrenada en inteligencia critica y sostener ese aprendizaje para  bien propio y el de todos

cordial saludo  desde mendoza ,argentina

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