Elizabeth Broderick, Relatora Especial de la ONU, sostenía que la igualdad de género es, aún, una asignatura pendiente del siglo XXI. Desafortunadamente, a pesar de los avances de inclusión que las mujeres hemos ganado, las condiciones de inequidad hacia nosotras persisten en distintos ámbitos, uno de ellos, el laboral que se observa en las diferencias salariales y de tipos de profesiones.

Cifras de la Organización Internacional del Trabajo, a diciembre de 2022, reportaban que la tasa de hombres de 15 años o más que estaban ocupados era del 72.3% frente al 47.4% de presencia femenina, mostrando una amplia brecha del 24.9%.

Nuestras posibilidades de encontrar un buen empleo se reducen cuando hay que compaginarlo con otras responsabilidades o experiencias que queremos vivir como ser madres, prepararnos más, o pasar tiempo en familia; y si logramos tenerlo, nos toca aceptar opciones sin prestaciones, con bajos sueldos, o con poca proyección.

No obstante, nuestra capacidad de resiliencia nos ha permitido encontrar nuevas alternativas para desarrollarnos y construir autonomía financiera, siendo el comercio una de ellas.

Los beneficios pueden ser mayores si nos incorporamos a un sistema comercial que sea “justo”. Este movimiento, según la World Fair Trade Organization, busca promover un intercambio de bienes basado en el diálogo, la transparencia y el respeto; de tal suerte que se anteponga el bienestar de las partes sobre las ganancias económicas, asegurando sus derechos y las mejores condiciones de negociación.

Para las productoras y trabajadoras este mecanismo puede resultar virtuoso, porque la adquisición y venta equitativa directa, coadyuva a impulsar medios de vida más sostenibles, ocupaciones dignas, mayor seguridad alimentaria, y progreso igualitario con nuestros pares masculinos.

En particular, uno de los diez principios de dicho modelo, es el compromiso de combatir la discriminación contra las mujeres, y facilitar nuestra integración y liderazgo en este sector; pues no solo es nuestro derecho, sino que con ello se favorece la erradicación de estereotipos machistas, se avanza en la paridad, y se fomenta el bienestar social.

Un estudio de 2019, de la Coordinadora Estatal de Comercio Justo de España, revelaba que hay más representación femenina en los puestos de toma de decisiones en empresas que siguen estas prácticas justas que en aquellas convencionales; pues en las primeras somos parte del 51% de lugares en Consejos de Administración; tenemos el 52% de sitios de dirección; y ejercemos el 54% de otros altos cargos; en comparación con el 12%, el 9% y el 24%, respectivamente, que tenemos en el segundo tipo de negocios.

Habiendo pasado la conmemoración del Día del Trabajo, 1º de mayo, y en vísperas del Día Mundial del Comercio Justo, 13 del mismo mes, vale la pena visibilizar las bondades de estas iniciativas económicas en favor de las mujeres, las cuales, como diría la filántropa Melinda Gates, son una herramienta correcta para empoderarnos y para levantar a nuestras familias y entornos.


Fuente:

"Comercio justo en código femenino", La Silla Rota, a 11 de mayo de 2023, disponible en: https://lasillarota.com/opinion/columnas/2023/5/11/comercio-justo-e...

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